Varios Cientificos nos hablan del Calentamiento Global y del Desatre que significa para la Humanidad, pero ... es cierto? ... es tan temible?

Monday, December 10, 2007

Jóvenes colombianos recibieron el premio en Turquía


Florece un negocio

Dos jóvenes ingenieros colombianos diseñaron el mejor plan de negocios de todo el mundo. Su pequeña empresa, dedicada a la exótica producción de orellanas, superó 480 propuestas de los cinco continentes.
sábado, 08 de diciembre de 2007
por Edwin Bohórquez Aya
El Espectador


En un lote no mayor a una fanegada de tierra, estratégicamente ubicado a orillas del embalse de Tominé, dos jóvenes ingenieros agroindustriales sembraron las raíces de una promisoria empresa natural que, basada en el negocio de la producción de hongos comestibles, incursionó en el cultivo de orellanas orgánicas a partir del buchón de agua.

El plan de negocios del innovador proceso fue escogido por el Ministerio deIndustria y Comercio para representar a Colombia en el evento para jóvenes emprendedores organizado por la Cámara Junior Internacional, que este año tuvo como sede Antalya (Turquía). Allí, a orillas del Mediterráneo, Diego Fernando Vergara y Carlos Andrés Niño se quedaron con la distinción al mejor plan de negocios de todo el mundo (World Best Bussines Plan), un galardón por el que participaron más de 480 empresarios de los cinco continentes.

Su empresa, Fungland Ltda, busca desarrollar un nuevo modelo de producción y suministro de alimentos para restaurantes gourmet y hoteles cinco estrellas. Diego y Carlos aseguran que de un kilogramo de buchón pueden extraer el 10% de hongos comestibles, cada uno de ellos con un 30% más de calorías que la carne bovina y a un precio más bajo que los champiñones, el hongo más comercial en todo el mundo y el más usado en la cocina internacional.

Su plan también contempla el montaje de un proceso más afinado que les permita, al cabo de un año, empezar a vender su producto empaquetado en almacenes de cadena.

Pero la estrategia socio-ambiental del plan fue una de las más atractivas para el jurado: “Para el cultivo y la obtención de las orellanas, si lo comparamos con el espacio que requiere una vaca para su engorde, sólo necesitamos un metro cuadrado para lograr cuatro kilos de hongos, siendo, de esta forma, cuatro mil veces más eficientes que lo que se logra al engordar un animal para obtener esos mismos cuatro kilos de carne”, relatan Diego y Carlos.

Asimismo, sostienen que la inversión para el cultivo de orellana es mínima y recuerdan que, mientras el contenido proteínico de la carne es del 20%, el de las orellanas llega a 30%, aspecto que resultaría muy efectivo para los gobiernos en la cruzada por combatir la desnutrición infantil. Un enfoque que a manera de política de Estado, dicen los empresarios, podría convertirse en una solución alimenticia y que contrasta con los bajos volúmenes de impacto ambiental, pues las extensiones de tierra necesarias para su cultivo no llegarían al 10% de las necesarias en el pastaje de ganado.

Jóvenes talentos

“Innovadores” fue uno de los apelativos que usó el jurado calificador en Turquía cuando los dos ingenieros expusieron su plan de negocios junto a los otros tres finalistas (Argentina, Filipinas y Antillas Holandesas). Allí, la historia de Fungland Ltda, la empresa de estos dos ingenieros agroindustriales, tras un pomposo reconocimiento, recibió el premio más importante de todo el evento y se hizo merecedora a un cheque de US$5.000.

Sin embargo, para llegar a ese escenario, Diego y Carlos primero tuvieron que pasar por varios concursos. “Empezamos presentándonos a la tercera convocatoria del fondo Emprender del Sena. Como egresados de la Universidad de la Sabana, nos avalaron en la unidad de emprendimiento. En esa ocasión ganamos el capital semilla del fondo, que fueron 80 millones de pesos. Entonces decidimos presentarnos al Ministerio, pero debíamos pertenecer a la Cátedra Ceinfi, que es un programa de capacitación para planes de negocio dirigido por el Ministerio y las universidades”, apunta Diego.

Por lo pronto, en su planta de producción de Guatavita, y gracias a un convenio con la Empresa de Energía de Bogotá, que les entrega el buchón; con estructura montada y el mejor plan de negocios del mundo, están en busca de un socio capitalista que les permita ampliar su negocio, el mismo con el que hoy producen orellana a $10.000 en promedio por kilo y que, de antemano, alistan para iniciar una producción en serie.

Por lo pronto, su mayor objetivo está en mantener vigente una compañía y averiguar “si nuestro proceso y el producto pueden tener un impacto positivo en el mercado internacional, simplemente porque estábamos buscando no sólo beneficios financieros personales, sino también una forma de resolver los problemas sociales y ambientales que tiene Colombia”, concluyen los dosempresarios.

Buchón y más buchón

En el país, el buchón es más popular de lo que parece. Siendo una especie vegetal que crece en los cuerpos de agua y que tiene mucho contenido de fibra, es usado en represas como la del Muña y embalses como el de Tominé para descontaminar.

Considerado por muchos como maleza, en el proceso de Fungland el buchón tiene propiedades favorables por sus altos contenidos de celulosa y fibra.

Según Carlos Andrés Niño, “el buchón es algo que nadie quiere, pero sí nos sirve a nosotros porque es una especie que se reproduce rápidamente. Entonces unimos tres reinos: uno es el vegetal, que es donde están los buchones. Luego, con el reino de los hongos producimos alimentos que finalmente consumirá el reino animal, que somos nosotros. Esa es la mejor parte del negocio y lo que más llama la atención”.

Sunday, December 9, 2007

BRUNO

Jorge Valencia, de Medellín, no escribe sobre mendigos ni vendedores de tienda, sino sobre su perro, un can mestizo que “carece de la permanente aptitud para el juego de los labradores y de la agilidad y la gracia de los bóxer o los fox terrier “. Buen homenaje para “un ser que se podría morir de amor si lo abandonase”.

Siempre que hablo de perros parece que me quedo corto en el discurso. Este es el caso. Me preguntaron por Bruno en estos días y solo pude balbucear una o dos cosas, lo que me dejó algo pasmado. ¿Qué tanto sé de este ser que habita en mi espacio? ¿Qué tanto sabemos de estos acompañantes del hombre desde aquellos remotos tiempos en los que historia emparentaba con geología? Me resulta algo vergonzoso no saber nada de un ser que se podría morir de amor si lo abandonase, o que me acompañaría donde fuera sin preguntar ni exigir nada (para no mencionar los homenajes que hace cuando nos recibe o el modo como vigila la finca). Pero, en fin, no somos San Francisco de Asís.

Lo bauticé Bruno por su color («Bruno. De color negro u oscuro » dice el diccionario, «umbrío por la pena, casi bruno…» decía el poeta). Un año después ha aparecido ya su color oficial pardo oscuro, con la cabeza negra y un collar amarillo blancuzco alrededor del cuello. Todo esto en un abrigo de pelaje espeso como de cinco centímetros de grosor y una cola con un penacho de pelos como el de una ardilla gigante.

Por el pelaje se puede pensar que su papá fue un pastor alemán, pero su mirada severa —de viejo oriental, entre desconfiado y mañoso— y su lenguota rosada con manchas oscuras indican que en ese guiso también metió la mano (por decir algo) un chow chow. De la mamá -una labradora negra de buena familia, con algo de pedigrí en sus venas, vecina nuestra para mayor certeza- heredó una enorme cabeza cuadrada y las orejas caídas. En fin, mestizo por cualquier lado que se le mire. Y como todos, éste posee su propia identidad.

No se qué tiene contra las orquídeas, pero ha destrozado tantas que ya las tengo por otros de sus enemigos naturales. Por ello he debido actuar en consecuencia (camuflarlas y colgarlas en los árboles, entre otras estrategias). Con la manguera que recoge el rebose del tanque de agua mantiene una guerra implacable. Tenemos más de media cuadra de manguera perforada por las dentelladas que le ha propinado durante los feroces combates que han mantenido (más que manguera ahora parece un aspersor). Entre la cantaleta de Mónica y las patadas que le doy cuando me emberraco conseguimos algunas treguas en este combate. Pero no hay caso. Cada semana hay un nuevo desempate en la manguera o un largo tramo de ésta mordisqueado en medio de la manga y otros detalles por el estilo.

Pero es abriendo huecos donde Bruno es un campeón. Como si sospechara que existe algo que le hemos ocultado en el subsuelo, se dedica a abrir hoyos por todas partes en esta finca. El lunes debí tapar con palos y piedras grandes un hueco que estaba abriendo junto al lindero que da a la calle. Para no mencionar dos hoyos que ha abierto cerca de la casa, en uno de los cuales suelen caer los visitantes que se separan del debido camino de piedra. Según Lázaro, mi vecino, el perro está tratando de comunicarme algo, pero parece que soy sordo para ese lenguaje (aunque a estas alturas ya debería saber que cualquier reivindicación adicional atentaría contra su estabilidad laboral).

Con las visitas es otro lío. Insiste en recibirlas de abrazo como uno. Y esto funciona bien con algunos amigos. Pero no con mi madre, mis hermanos, el resto de amigos, la mayoría de las visitas, los lectores del contador de energía y absolutamente todo el resto del mundo. Y aunque este desagradable gesto está bien para los lejanos (al fin y al cabo, para «eso» le estoy dando casa por cárcel y los tres «golpes»), con los cercanos es un verdadero desastre. Así que mis visitas son recibidas por un perrote -debidamente encadenado a la tapa de la trampa de grasas- que ladra furibundo parado en dos patas, y bien lejos de la puerta para mayor indignación suya (del perro, aclaro).

Cuando me preguntan si el perro es bravo, siempre respondo que no, que solo es malgeniado (el bravo soy yo, suelo agregar).

Bruno carece de la permanente aptitud para el juego de los labradores, y de la agilidad y la gracia de los bóxer o los fox terrier. Cuando corre la tierra retumba como si lo hiciera un ternero. Y con la misma torpeza. Al comer es una fiera que devora su ración con el ánimo de un sacapuntas. Básteme decir que tiene más gracia Ayudante de Santa, el perro de los Simpson, que éste. Sin embargo, Bruno es insustituible.

A diferencia de Donna, una bóxer que me hizo pagar más gallinas que las me he comido en mi vida; o de Paco, un labrador aficionado a requisar en las noches los tarros de basura de los vecinos; o de Horacio, un foxterrier que le tenía más bronca a los motociclistas que un policía. A diferencia de ellos, Bruno no me ha originado ningún problema en el vecindario. Y esto sí es de agradecer para quienes vivimos en el campo, lugar donde siempre seremos forasteros para todos los vecinos (y no me referiré a ninguno de ellos porque no es de suerte echar pestes los jueves).

Por lo que he expresado, ya se puede inferir que Bruno es el mejor guachimán del mundo. Lo es. Vigila su territorio con el mismo celo que un sultán cuida su harem. Y le encanta morder (orquídeas, mangueras, ya dije, pero también suéteres, perneras, bolsas, costales y no quiero pensar que más cosas). Y es más desconfiado con los forasteros que todos mis vecinos juntos. Con el inconveniente adicional que no es posible razonar con él. Así, resulta más económico que un mayordomo. Y menos estorboso.

De Bruno, y en general de todos los perros, se podría decir lo que Lord Byron escribió sobre el suyo: «un ser que poseyó la belleza sin la vanidad, la fuerza sin la insolencia, el valor sin la ferocidad y todas las virtudes de un hombre sin sus vicios. Este elogio, que constituiría absurda lisonja si estuviera escrito sobre cenizas humanas, no es más que justo tributo a la memoria de Boatswain, un perro nacido en Terranova en 1803 …»

Ya lo he dicho antes y sea éste el momento de repetirlo. Cuando llegue al cielo, y antes de averiguar por Borges, Velásquez o Eric Satie, voy a preguntar por Paco, Perronel, Polo, Donna, Horacio y los perros que me antecedieron. No imagino el paraíso sin ellos.

Tomado de SEMANA, zona del usuario, Diciembre 7 de 2007

Sunday, December 2, 2007

LA DEMOCRACIA FRENTE AL TERRORISMO

INTERVENCIÓN DE FERNANDO LONDOÑO EN EL CURSO
LA DEMOCRACIA FRENTE AL TERRORISMO
Navacerrada, 7 de julio de 2007

Señor Presidente, Don Javier Zarzalejos, distinguidas amigas, distinguidos amigos:

Colombia ha sido un país terriblemente afectado por el terrorismo.
El primer acto de terrorismo a grande escala lo padecimos de España –no como dice Chávez por la conquista española y por la colonia, que es una de las más grandes gestas que se han cumplido en la Historia humana, el más grande fenómeno de transculturación conocido–. Me refiero a la época de la independencia, cuando las colonias españolas se sublevaron y su majestad el Rey resolvió mandar un pacificador, Don Pablo Morillo.
Don Pablo no ganó militarmente a Cartagena, sino que la ganó por el hambre. Tomó a los supervivientes de aquella defensa heroica y los fusiló. Hoy son los nueve mártires de Cartagena. Posteriormente siguió hacia el interior del país y asesinó a toda una generación.
Curiosamente no mató a un negro, ni a un indio, Don Pablo Murillo no fusiló sino españoles o hijos de españoles, toda una generación de letrados.
Todo ello produjo un odio radical contra todo lo que significaba España. Y bajo ese signo del odio siguió la guerra de la Independencia que terminó cuando Simón Bolívar –que escapo de las garras de Don Pablo Morillo– derrotó a las tropas de ese bárbaro que fue Pablo Morillo. Ese fue el primer gran terror que padecimos.
Terminada la Independencia los españoles no tuvieron la visión, la comprensión de un fenómeno evidente: al otro lado del Océano había otra España con la que era preciso entrar en contacto y a la que era necesario dirigir, en definitiva, con la que debían mantenerse unas relaciones muy estrechas. Al contrario de lo que hizo la Corona Británica –que tenía más sentido práctico– que declaró y reconoció la existencia de los Estados Unidos de América al día siguiente de la Batalla de Georgetown, empezando una forma de relación distinta con ellos que los ha llevado durante estos siglos a mantener unas relaciones como las que hoy conocemos.
España se demoró decenios en reconocer la existencia de Colombia y de los demás países de Latinoamérica. Y cuando ya lo reconoció era demasiado tarde porque habíamos tomado otros caminos y estábamos metidos en unas luchas atroces entre nosotros mismos, huérfanos de orientación.
La generación criolla que valía la pena la fusiló Don Pablo Murillo.
De modo que no teníamos ni dirección de España, ni su apoyo. Nos dedicamos a matarnos unos a otros. Unos conservadores de una especie de monarquías y monarcas; los otros, los libre pensadores de su tiempo. Por un lado éramos lectores y seguíamos a De Bonald y De Maestre; por otro, a Bentham. De esa relación resultaron guerras sucesivas que destrozaron Colombia: la Guerra de los Conventos (1839-1841); la del año 53 y 54; la del año 60 al 62; después dictamos la Constitución de Río Negro de la que dijo Víctor Hugo que era una Constitución para ángeles –que es lo más idiota que se puede decir sobre una Constitución–; y la Constitución de Río Negro produjo 85 guerras civiles. Todo ese proceso terminó con la Constitución de 1886, uno de los documentos políticos más importantes que se escribieron en América, pero, sin embargo, después de la Constitución del año 1886 viene la Guerra de los Mil Días que acabó con lo que había en Colombia. Fueron tres años de locura, de sacrificio de un país entero. Una sola batalla, la Batalla de Palo Negro comprometió a 24.000 muertos, de los cuales 8.000 fueron muertos a machete. En 1902 el país estaba vuelto pedazos, pero la Constitución de 1886 y la influencia del partido conservador le dio al país 46 años de paz.
En 1948 tiene lugar el problema que sería la antesala de toda la tragedia latinoamericana contemporánea. Colombia fue el primer objetivo que tuvo el comunismo ruso para apropiarse de un país latinoamericano en la Guerra Fría. El 9 de abril de 1948, Fidel Castro, que era un jovencito de las juventudes comunistas cubanas, llegó a Bogotá con el propósito de asesinar Jorge Eliecer Gaitán (1897-1948). Lo asesinaron, y como consecuencia de ello el país se desbordo en una ola de violencia inaudita. Finalmente, el gobierno conservador que había entonces no fue derrocado, pero entre 1948 y 1953 se desato una guerra política entre liberales y conservadores que produjo 300.000 muertos. No estoy hablando de grandes batallas, pues no era una guerra declarada, sino del asesinato selectivo de conservadores por ser conservadores y de liberales por ser liberales. En eso anduvimos de 1948 a 1953 y hago una advertencia: en todas las guerras civiles del siglo XIX había por lo menos respeto por lo que debía respetarse. No hubo grandes atrocidades ni contra las mujeres, ni contra los niños, ni se mataba por matar; se mataba por odio que es una motivación bastante extravagante, pero por lo menos era selectiva.
En 1953 se produce el único golpe militar que hubo en Colombia durante el siglo XX, el golpe del General Gustavo Rojas Pinilla (1900-1975). Muchos lo llamaron “Golpe de Opinión”, porque Rojas Pinilla ni disparó un solo tiro para apoderarse del mando, ni disparó un solo tiro cuando lo sacaron del mando los dos partidos políticos unidos. Y así se constituyo el Frente Nacional, que fue la operación política más importante que se hizo en América en mucho tiempo.
A Rojas Pinilla lo destituyo del mando un poder civil inerme que no tenía un revólver para disparar. Simplemente fue el poder moral de un pueblo unido que no quería una dictadura. Después de Rojas Pinilla tuvimos nuevos gobiernos democráticos.
Fidel Castro llega al poder en el año 1959 y su objetivo obsesivo es hacerse con América Latina empezando por Colombia. Empieza sucesivamente a armar guerrillas, la primera que arma es en 1960 utilizando los viejos combatientes guerrilleros que habían quedado de antes y que simplemente no mataban, porque no había lugar para matar. Los armó, les dio un designio y empezó la época que llamamos del “bandolerismo”, que termino cuando en el año 1962 el Presidente Guillermo León Valencia Muñoz (1909-1971) los derroto.
La guerrilla ha sido sucesivamente derrotada en Colombia, aunque haya algunos que dicen que la guerrilla nunca puede ser derrotada.
En Colombia nos hemos dedicado a derrotarla y lo hemos hecho con frecuencia. En 1962 Valencia exterminó la guerrilla.
Pero Fidel Castro no iba a dar su brazo a torcer y el designio de la Unión Soviética era claro, había que tomar Latinoamérica y el primer objetivo era Colombia. Y así se armó una nueva organización terrorista con unos estudiantes universitarios bastante estúpidos, que fueron entrenados en el arte de poner bombas y de asesinar a la gente en Cuba.
No eran buenos militares, tampoco eran grandes ideólogos y por eso fueron rápidamente derrotados por el ejército. En 1974, cuando estaba empezando el gobierno de Alfonso López Michelsen (1913), el ejército derrotó al llamado ELN (Ejército de Liberación Nacional) y al EPL (Ejército Popular de Liberación) en las montañas de Antioquia y del sur de Bolívar en la serranía de San Lucas. López Michelsen decidió que había que dialogar con ellos y los dejó salir de allá en harapos, vueltos pedazos. Salieron y lógicamente ni dialogaron, ni cumplieron, y eso le costo al país miles de vidas y mucha más sangre.
En el sur del país estaba “Tiro Fijo”. “Tiro Fijo” es un bandolero de los años 50 de la violencia política liberal-conservadora que logró sobrevivir en unos sitios que se llaman El Patu y Guayavero con unas banditas armadas de 200 o 300 hombres ejerciendo la violencia. Organizaron las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), que es una institución comunista al mando de este hombre sin entrañas que le ha causado tanto dolor a la República. “Tiro Fijo” todavía sobrevivía cuando el ELN y el ELP pudieron ser destrozados y finalmente no lo fueron. Pero otra vez, vuelven a armarse y aparece el fenómeno del M-19 (Movimiento del 19 de abril), que es un fenómeno muy extraño. Eso de que el terrorismo es de izquierdas o de derechas no pasa de ser un cuento idiota. Desgraciadamente la izquierda radical colombiana siempre ha apoyado las FARC con la idea de que eso es ideología.
El terrorismo es el terrorismo, la violencia es la violencia y uno tiene que decidir si acepta el terror o no lo acepta.
Así, llegamos a una época en Latinoamérica, donde en muchas partes se copia el fenómeno colombiano y aparecen ejércitos que se hacen llamar “ejércitos del pueblo”. La cosa tiene alguna razón: están especializados en asesinar al pueblo y en el arte del terror. el arte del secuestro.
El secuestro es la conducta criminal más ignominiosa que el hombre ha podido inventarse sobre la tierra. Los “tupamaros” se hacen artistas en el secuestro, los “montoneros” también y ambos con el mismo objetivo: el poder. No lo consiguen. Vienen las reacciones militares en Uruguay, en La Argentina –que desde luego es una reacción excesiva–. En Chile se produce un fenómeno extraño y es que la izquierda extrema logra llegar al poder con un 34% de los votos, que era lo que tenía Salvador Allende, frente al 66% restante la Democracia Cristiana y el Partido Liberal de Alssandri. Ambos se dividen y por la mitad pasa Allende. Allende quiere montar un terror desde el poder, organiza su GAP (Grupo de Amigos de la Presidencia), arma los cinturones industriales, tiene todo listo para dar un golpe y Pinochet lo madruga. Eso fue simplemente lo que ocurrió.
Cae Allende dejando un país vuelto pedazos; cae la guerrilla argentina destrozada por Videla; cae la guerrilla uruguaya destrozada por el ejército; la guerrilla venezolana de Petkoff había desparecido; el famoso MAS, el movimiento al socialista, no tuvo buenas oportunidades; y, sin embargo, en Colombia subsistieron las FARC y uno se pregunta por qué.
¿Qué fue lo qué pasó en Colombia y cuál fue el fenómeno que nacido de unas entrañas muy curiosas y de unas manifestaciones más extrañas todavía del fenómeno político y del fenómeno delincuencial ha permitido que las FARC sobrevivan? Entre el año 1978 y 1982, un gobierno no conservador sino liberal, el de Julio César Turbay Ayala (1916-2005), se apoya en el ejército y vuelve a derrotar a la guerrilla. En 1982, a los guerrilleros se les podía pasar lista a todos en las cárceles de Colombia, excepción echa de “Tiro Fijo” que seguía en La Patu y el Guayavero. Todos los demás el M- 19, el ELN, todos, estaban destrozados. Hasta que viene el doctor Belisario Betancur Cuartas (1923) le declara la paz a Colombia, lo que quiere decir que abre las puertas de la cárceles para sacar guerrilleros –ese ha sido un deporte bastante repetido en América Latina, Cámpora lo hizo también en Argentina y los resultados han sido siempre igualmente desastrosos–. Los primeros en salir fueron los del M-19, que organizaron la “Toma del Palacio de Justicia”, uno de los actos terroristas más despreciables que se cumplieron nunca en América Latina.
En 1985 el M-19 apoyado por Pablo Escobar y la mafia colombiana se toma el Palacio de Justicia, asesina a la Corte Constitucional, asesina a unos cuantos magistrados y crean el caos en 1985.
El Palacio de Justicia fue recobrado por el ejército y ahora las pesquisas y las investigaciones se dirigen contra los militares que cumpliendo su deber se tomaron el Palacio de Justicia; mientras los miembros del M-19 están en el Congreso de la República y aspiran a la presidencia con el nombre del Pueblo Democrático. Ése es el tratamiento político que, a veces, se le da a la extrema izquierda en América Latina y, particularmente, en Colombia. Pero uno se pregunta qué paso después y cómo fue posible que caído el Muro de Berlín, todos los movimientos guerrilleros de Colombia persistan.
¿Por qué? Porque estamos al inicio de una nueva era del terror que no ha sido advertido. Se lo quiero decir a los españoles cariñosamente. Amo y quiero a España, pero ello no me priva de decir ciertas verdades. La primera es mi queja histórica del abandonó de España por América Latina, ya que otra hubiera sido la suerte de España y la suerte de América Latina sino se hubiera cometido esa equivocación; y, la segunda, es que España no ha descubierto una nueva manifestación del terrorismo en la que está participando sin saberlo.
Esta nueva generación del terror tiene una base, un fundamento y un disfraz que sigue siendo la izquierda. No hay bandido al que le falte pudor como para decir que es simplemente bandido o simplemente que es narcotraficante. No. Dice que es un político que aspira al poder, que está luchando por el pueblo. Pablo Escobar era un luchador por el pueblo –tal vez el mayor asesino que ha conocido la humanidad en mucho tiempo ha sido él– y se hizo elegir por el pueblo representante a la Cámara para dolor y vergüenza de Colombia. Los Rodríguez Orejuela eligieron un presidente de la República, Ernesto Samper (1950), e hicieron política descaradamente en el país. Después aparecieron los tan mal llamados “paramilitares”, miembros de las autodefensas, que son unos narcotraficantes que también hacen política.
Es un terror nuevo, no específico, implacable y feroz que tiene métodos y, sobre todo, dinero. Colombia pudo exportar en su tiempo 1.000 toneladas métricas de cocaína. Cada gramo de cocaína vale 100 dólares en las calles de Estados Unidos y eso son 100.000 millones de dólares. Un negocio de 100.000 millones de dólares es uno de los negocios más importantes que hay en el mundo. Y éste es el problema al que nos enfrentamos. La droga es por eso un terror transcontinental, multifacético, sofisticado y lleno de amigos en los más altos niveles. Uno se enfrenta a la droga y no sabe dónde le va a saltar la liebre.
Me enfrente a un juez que quería soltar a los Rodríguez Orejuela porque se habían portado muy bien en prisión. Dije que el juez era un prevaricador, no los deje salir de la cárcel y, para mi orgullo, tendrán que pasar el resto de sus vidas en Estados Unidos. A mí me condenaron a 27 años de inhabilidad política.
La droga y los mafiosos son unos enemigos brutales de la naturaleza. La mayor depredación del ecosistema –se lo digo a los famosos verdes que son todos partidos de izquierda en Europa y que son tan imbéciles que no lo saben– tiene lugar a través de la destrucción de bosques. Son muchos centenares de miles de hectáreas los que han caído bajo el hacha asesina para poder sembrar droga, porque la droga no la pueden sembrar en los campos cultivables cercanos a las ciudades. Los campos de cocaína hay que sembrarlos en la selva y para sembrar coca, hay que destruir selva. Al mismo tiempo acaban con los ríos. Europa no se ha dado cuenta que le demandan una cantidad de productos químicos como clorohidrátos, acido sulfúrico, etc., que son muy apetecibles en ciertos mercados desconocidos. A Europa se lo pide África –que no los consume para nada– para hacer una triangulación y llegar a Colombia. Esto Europa lo sabe muy bien.
Son miles y miles de toneladas. Mi cálculo es que por cada tonelada de coca se necesitan entre 20 y 40 toneladas de precursores químicos que van a los ríos de Colombia. La mayor depredación del agua en el mundo la producen los narcotraficantes.
Además, como necesitan gasolina, porque es una materia prima indispensable para la fabricación de la cocaína, los ríos de Colombia pasan por una segunda prueba. Los narcotraficantes vuelan oleoductos para chantajear a las empresas transnacionales, que no han tenido mucho pudor en pagarle dinero a la guerrilla colombiana para que no los vuelen. La Mannesmann alemana, para citarla con nombre propio, organizó el sistema con el ELN del departamento de Arauca para el oleoducto Caño Limón-Coveñas, le pago mucho millones de dólares al ELN que estaba derrotado y le dio nueva vida.
El narcotráfico en sus prácticas ha encontrado un elemento fundamental de terror: el secuestro. Ustedes, los españoles, son unos aprendices en materia de secuestro y espero que ahí se queden. No creo que a la ETA se le ocurra secuestrar más gente después de lo que le pasó con el secuestro de Miguel Ángel Blanco que fue una notificación perentoria.
En Colombia hemos llegado a tener 1.750 secuestros por semestre, es decir, 10 secuestros por día en todo el país. Ahora con el Presidente Uribe estamos en 90 en el semestre, un secuestro cada dos días. Pero el Presidente Uribe es una persona terrible, mientras que los buenos son los que cometían 10 secuestros al día.
Las FARC que no tienen nada, que están arrinconadas en la selva, que están militarmente perdidas, lo único que tienen es un inventario de unos cuantos secuestrados que le han resultado de un valor político extraordinario, porque el mundo le ha dado ese valor político. Ingrid Betancourt cuando se hizo secuestrar por las FARC –porque ella se hizo secuestrar por las FARC–, fue tanta su imprudencia, su arrogancia y su estupidez que las FARC no tuvieron más remedio que secuestrarla. Betancourt no tenía el 2% de la intención de voto para las elecciones en las que estaba compitiendo, pero Francia la hizo la continuadora o reminiscencia de Santa Juana de Arco. Aquello le dio a las FARC una moneda importante para su tráfico infame como los diputados del Valle del Cauca. Estos secuestros se producen exactamente después del rompimiento de las “Conversaciones del Caguán”. Dicen que Colombia debe tener un despeje y es que media Colombia estaba despejada durante tres años y medio; y eso ni sirvió, ni bastó. Una vez que el Presidente Pastrana no tuvo más remedio que romper con las FARC, en menos de 72 horas ya tenían secuestrada a Ingrid Betancourt. Y, dos meses después, secuestraron a los 12 diputados del Valle, porque necesitaban moneda de cambio.
La niñez es otra víctima del narcotráfico. Los narcotraficantes manejan con mucha habilidad está otra fuente de su poder inaudito.
Human Rights Watch, que es una organización no-gubernamental – que no nos quiere para nada–, sacó un libro que podría ser la mayor condena para las FARC. El libro se llama You´ll learn not to cry (Aprenderás a no llorar) y eso es lo que se le dice a un niño. Las FARC tienen más 10.000 niños en su ejército maldito y, cuando hablo de niños, hablo de niños y niñas de entre 11 y 13 años con un fúsil al hombro. Niños con mucha capacidad de hacer daño en un laboratorio de odio colosal, pero sin ninguna capacidad militar porque las FARC están derrotadas.
Y como no les basta con robar niños y secuestrar gente, entonces acuden a las minas que se llaman anti-persona. Las FARC lo hacen bien. Lo hace mejor el ELN, con los que estamos conversando en Cuba, esos son los grandes especialistas en sembrar minas quiebra-patas. Colombia es el país del mundo que tiene más minas anti-personales. Y entonces hay que dialogar con ellos a ver si quieren decirnos si quiera dónde están las minas para retirarlas.
En materia de bombas tenemos las tradicionales, las que ustedes conocen, y en esas no lo hacemos mal; pero tenemos otro tipo de bombas que descubrieron los de las FARC. Se trata de los cilindros de gas butano. Las FARC inventaron la manera de insertar un cilindro más grande en uno más pequeño, de montarlos en una rampa y dispararlos con un poder de destrucción aterrador. Así, las bombas están conectadas con la destrucción a los pueblos. El año anterior a la toma de Gobierno del Presidente Uribe, las FARC destruyó 135 pueblos de Colombia con cilindros-bomba. Las FARC rodeaban el pueblo, cogían estos cilindros, se lo tiraban al cuartel de policía, y como la puntería es mala, el cilindro caía en la escuela, en la alcaldía, en las casas de la gente modesta, etc.
Todo ello produjo una situación que consistía en que la policía no tenía manera de enfrentarse a las FARC y, entonces, por medidas de seguridad, se retiró la policía de los pueblos. Cuando yo tuve que posesionarme en el Ministerio de Interior y Justicia me encontré con 168 municipios, donde no había ni un solo policía, y con cien pueblos adicionales, donde tenía una policía completamente insuficiente para hacerle frente a la guerrilla. La guerrilla era dueña del país.
El narcotráfico siempre busca el poder y para ello no dudan en destruir las instituciones o servirse de ellas. Hay otras cosas que buscan y que les gustan como: la tierra; el deporte, porque tener un equipo de fútbol es una forma de estatus; los artistas y las artistas; el dinero; etc.
Y para el dinero no hay nada mejor que las transferencias de moneda. España manda miles de millones de dólares a una Latinoamérica, que tiene aquí tantos trabajadores haciendo cosas maravillosas; pero yo les aseguro que por lo menos la mitad de las transferencias españolas son droga que sale para Colombia, y si no qué hacen con el dinero de la cocaína. Las transferencias le gustan a los mafiosos, porque es una manera de recuperar su dinero en Colombia y de poder seguir haciendo en Colombia lo que tienen que hacer: su sembrado, sus compras y sus extorsiones de poder.
Cuando llegué al Ministerio del Interior y Justicia me reuní con el Presidente Uribe un día después y me pregunto: “¿Ministro cómo es la situación?”. Le contesté: “Presidente, no tenemos país. Tengo encima del escritorio la renuncia de 350 alcaldes de municipios – que en superficie era más de la mitad del territorio nacional, más de 500.000 Kilómetros cuadrados–. El problema es que ninguno de sus alcaldes está en el municipio despachando. ¡Ninguno! Todos están refugiados o en la capital del departamento o en la capital de la República. La amenaza de las FARC es que los matan si no renuncian y si no renuncian ellos les matan los hijos o les matan la mamá”. Yo vi un alcalde llorando que me dijo: “Ministro yo resisto cualquier cosa, yo me hago matar; pero mí mamá tiene 84 años y me van a matar a la viejita. Yo renuncio”. Cualquiera entiende esto, ¿verdad? Debo decirles que cuando fui obligado a renunciar del Ministerio del Interior y Justicia no había ni un solo alcalde renunciado ni un solo municipio de Colombia en el que no hubiera policía suficiente para repeler cualquier ataque de la guerrilla. Éramos otra vez dueños del país. Ése fue un milagro.
La droga, además del poder político directo, es amante del presupuesto público. Hace combinaciones con los departamentos y con los municipios de manera que los presupuestos de la salud, de la educación, etc., lleguen a ellos para que se los roben. Tenía un departamento especialmente sensible, que era el Departamento de Arauca que tiene todos los demonios porque tiene petróleo, tiene el ELN, tiene las FARC y además tiene la vecindad con Hugo Chávez –y eso ya es mucho tener–. En Arauca todo el presupuesto official se lo robaban entre el ELN y las FARC, después se me complico más la vida porque habían llegado paramilitares y entonces ya lo robaban entre los tres. A eso tuvimos que hacer frente y les aseguro que lo resolvimos.
El Poder Judicial y el Ministerio Público presionan sobre los jueces de una manera muy eficaz. En la época del fiscal José Méndez la fiscalía estaba totalmente al servicio de los narcotraficantes de las FARC. También el Congreso ha tenido momentos de claudicación frente a la guerrilla. El Presidente Uribe no los tuvo, aprobaron la Ley de Extinción de Domino (Ley 793 del 27 de diciembre de 2002) por la que no me quieren mucho los narcotraficantes.
Hay otra manifestación del poder del narcotráfico que es el indigenismo. Nosotros hemos estado en 200 años en un proceso de mestizaje, nuestro pueblo es un pueblo mestizo. Ahora se han reinventado a los indios y Hugo Chávez dice que el mayor crimen que se ha cometido en la historia lo cometió Cristóbal Colón. Se han inventado el indigenismo y han hecho terror a través de los indígenas lanzándolos a unas formas de violencias terribles. Los indígenas eran carne de cañón de los narcotraficantes. Hay videos de las FARC en los que se puede ver como las FARC les dice a los indígenas que van a sembrar coca, pero que no olviden que son 5 hectáreas de coca, después siembran yuca y plátano, para que cuando hagan las fumigaciones, se vea que les están destruyendo los cultivos. El indigenismo es así un arma de poder.
Finalmente hay que crear un escenario internacional en el que seamos anti-yankees y en el que quememos banderas americanas en todas las esquinas, porque los yankees son malos. El Tratado de Libre Comercio es una cosa horrorosa como lo ha comprobado, por ejemplo, Chile, que es el país rico de América Latina; México, que pasó de tener una balanza negativa con los Estados Unidos a una balanza positiva que hoy vale más de 100.000 millones de dólares por año, etc. Pero el TLC es malo. Sin embargo, esos mismos que queman las banderas norteamericanas son los que hablan con los demócratas en Washington y se ponen de acuerdo con ellos, para luego atacar Colombia implacablemente. También está la antihispanidad: hay que odiar la tradición española y todo lo que proviene de España es malo.
Esa mafia que he descrito de esa manera está aquí, está ya. Tengo informes, que ustedes tienen también, según los cuales la producción de amapola o de opio en Afganistán está llegando a sus más altos niveles históricos. ¿Cuánto vale eso en miles de millones de dólares? ¿Y a dónde van a parar esos miles de millones de dólares? En el terrorismo, en la yihad islámica ¿Cuánto hay de ese dinero de las mafias? No me digan que ese dinero de las mafias viene para hacer inversiones en los bancos europeos o en empresas fabriles de los Estados Unidos. ¡No! ¡Terrorismo directo! ¿Nos hemos dado cuenta de eso? ¿Ha sido visible ese fenómeno? ¿Qué pasa con la mafia colombiana y con su infiltración en España? Yo no sé cuántas toneladas están aspirando las honorables narices de los españoles, no lo sé. En Francia el espectáculo es lamentable. Ahí está la visión de la droga, ¿y la mafia que la vende? ¿Y la mafia que reproduce ese dinero? ¿Y la mafia que necesita el dinero para comprar la policía, para comprar los jueces y para asesinar a los que tenga que asesinar? Hay un fenómeno de reproducción de la violencia y del terrorismo en América Latina sin precedentes. Venezuela, la ultra rica, la ultra moderna, la del socialismo del siglo XXI tiene hoy unos índices de criminalidad muy superiores a los que tenía Colombia en el peor momento de la criminalidad colombiana. Nosotros llegamos a tener 80-90 asesinatos por cada 100.000 habitantes, hoy estamos en una cómoda cifra de 32 o de 34. Algún día, antes de la mafia y con violencia política teníamos 7. La mafia multiplicó por 12 el nivel de crímenes cometidos en Colombia, hoy hemos disminuido los crímenes en unos niveles dramáticos. Medellín es una ciudad mucho más segura que Madrid, porque matan menos gente en Medellín que en Madrid. Cali es una ciudad de niveles perfectamente aceptables en el terreno latinoamericano y Bogota también lo es. Hemos recuperado la paz. Venezuela está en una situación afrentosa, porque hay tensiones políticas; pero la razón fundamental es la mafia. Los Estados Unidos han denunciado que Chávez está dejando pasar por territorio venezolano más de 300 toneladas métricas de cocaína. Lo que Chávez está dejando montar es un sistema mafioso en el interior de Venezuela, que es un sistema terrible que lo usa con eficiencia para sus usos políticos; pero que va a terminar por destruir a Venezuela. En Ecuador, Rafael Correa siguiendo el recetario estúpido de la izquierda ha dicho que las FARC no son terroristas y que él no va a decretar a las FARC terroristas. De modo que el Ecuador es un corredor por donde está saliendo la droga colombiana con destino al Pacífico.
Las Islas Galápagos han sido el escenario de las mayores capturas de droga en mucho tiempo. La droga sale por el ecuador y ahí se establece una mafia. Ahí se crea un sistema que yo lo llamo la “Concepción mafiosa de la Existencia”, que hay que vivirlo para saberlo. Se lo estoy contando con algo de vehemencia para que abran los ojos ante esta nueva realidad que es el terror con disfraz político; pero que nace de la delincuencia pura de la droga. En Bolivia tenemos un presidente cocalero, el señor Evo Morales, que es cocalero de profesión y su oficio es la coca, porque la coca tiene un gran valor ancestral. ¡Mentiras!. Cuando yo era ministro, la Corte Suprema de Justicia –que forma parte a veces de los escuadrones de idiotas útiles que hay en Colombia– me quería derribar el tema de las fumigaciones. Decían que la droga era para los indígenas de Orinoquía y de la Amazonía un ritual indígena ancestral y que si estos no apoyaban la fumigación aérea suspenderían la fumigación aérea. Hice algo inaudita: me gane a los indígenas de la Orinoquía y de la Amazonía. Me los lleve a Bogota, hable con ellos y votaron a favor de la fumigación. Me decían que necesitaban coca para el mambeo, que es un ritual, les pregunté que cuanto necesitaban y cada cacique me dijo que dos hectáreas, y yo les decía que me parecía muy poquito y que si con 20 quedábamos bien. Firmaron.
Todas las hectáreas que les di no me sumaban ni 1.000 y el problema inicialmente era de 150.000 hectáreas de coca. Yo lo deje en 70.000 y parece que no disminuye, no sé que les ha pasado.
Lo del recurso ancestral de la coca es un cuento, una patraña. Evo Morales es un cocalero para la exportación, para producir coca y transformar la pasta de coca en clorohidráto de cocaína, y envenenar así a las juventudes españolas, francesas, y, desde luego, a las colombianas. Porque uno de los fenómenos que no hemos tenido en cuenta en Colombia es, que al mismo tiempo que estábamos exportando coca para envenenar al mundo, cogimos la coca necesaria para envenenarnos nosotros mismos. Colombia es un gran consumidor de Coca y la Corte Constitucional lo llama “el libre desarrollo de la personalidad” en el que cada colombiano tiene derecho a una dosis personal de coca según la sentencia del magistrado Carlos Gaviria, presidente hoy del Pueblo Democrático.
Por eso yo le dije que él es amigo de la coca y de las FARC porque lo necesitan.
En el Perú hay unos fenómenos aterradores. Es un país disparado en crecimiento económico, va a tener TLC mucho antes que Colombia, no tiene inflación…En resumen, el Perú es un país modelo; pero tiene un talón de Aquiles y es que los coqueros volvieron al Perú. Como los coqueros están saliendo de Colombia, porque no hay espacio para ellos –los estamos derrotando y los vamos a derrotar, de eso no les quepa la menos duda–, se están yendo al Perú, a Bolivia donde tienen su hábitat ancestral, se van a meter en el Ecuador… y se metieron a México y se metieron a Brasil. La violencia y el terrorismo de México y Brasil es de tal entidad que los presidentes de los dos países dijeron que la policía no les alcanzaba y que tenían que meter el ejército. El norte de México está militarizado para combatir la delincuencia. Es terror, pero es terror de la cocaína, porque la cocaína colombiana llega a México.
De manera que América Latina tiene un brote nuevo de violencia, un brote nuevo de terror. Y todo ello cómodamente disfrazado de un extremismo político. Cuando hablamos con los paramilitares la gente se pensaba que nos habíamos vuelto locos y es que había que desarmarlos antes de que se aliasen con las FARC.
Explicábamos el peligro que suponía una alianza entre las FARC y los paramilitares, pero claro la gente creía que eso sería imposible, porque son enemigos a muerte y por ese mismo motivo hablábamos con ellos: porque no hay nada más peligroso que la unión entre enemigos. Y, además, tienen un lazo de unión que es el delito y la cocaína, que es el problema real que el país tiene.
Si en América Latina no hubiera cocaína otra sería la suerte de América Latina. Cuidado con Europa, porque aquí tiene que haber una mafia, pues tienen cocaína y sabemos como trabaja la droga.
Yo no tengo ni idea de cómo se financia ETA, pero como los bandidos son inteligentes y recursivos, no se me haría raro que si quisiera financiarse bien acudiera a la cocaína. Y en las revueltas de los suburbios de París, ¿qué es lo que está sucediendo? Droga apoyada por ese fermento de la emigración africana que está llegando a Francia. Un gran escritor francés que es Guy Sorman escribió un buen libro que se llama Llegaron los bárbaros. Y es que llegaron los emigrantes y con ellos, llegaron los de la coca, pero lo que Guy Sorman no alcanzó a advertir era que después hacían una alianza perfecta.
El mundo en materia de terror tiene un desafió que no se trabaja en serio, que no se analiza en serio y que no se estudia en serio, porque el terror es delincuencia y a la delincuencia le vale todo, y especialmente le vale su instrumento ideal que es el dinero. El dinero para comprar las armas, las bombas, para corromper las conciencias, para hacer proselitismo, para ganar votos…El dinero para todo y el dinero está en la mafia. Con los Estado Unidos solamente Colombia tiene un negocio de 100.000 millones de dólares. Distribúyanlos como quieran para hacer mal en el mundo y ustedes comprenderán lo que significa ese instrumento de destrucción.
Quiero terminar diciéndoles que en Colombia el problema de la droga lo vamos a resolver. No faltaba sino sólo una cosa que era la apoteosis del jueves, no faltaba sino que el pueblo iracundo saliera a las calles a protestar contra los secuestradores, es decir, contra los cocaleros de las FARC. No faltaba sino que el pueblo dijera “¡No, al intercambio humanitario!”, para que el Gobierno ejerciendo la autoridad legítima y aplicando la fuerza legítima del Estado dentro de los marcos del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos gane la guerra; y la está ganando y la vamos a ganar. ¿Podrán decir lo mismo otros países de América Latina? ¿Cuál es el futuro? ¿Para dónde vamos con estas nuevas expresiones de terror? Y a ustedes que son analistas políticos les pongo un motivo de meditación: ¿En qué medida ese neosocialismo latinoamericano es pura droga disfrazada con una carta política o en qué medida esas cartas políticas encuentran un modo de trabajar a través de la cocaína? Nosotros señores hemos padecido la cocaína. Yo estoy sentenciado a muerte y no tengo miedo, porque el miedo es morirse por anticipado. El Presidente Uribe está sentenciado a muerte por la cocaína y todos los que en Colombia se enfrentan el fenómeno de la cocaína están sentenciados a muerte. Nuestros militares son víctimas de unos atropellos de parte del Ministerio Público y de parte de los jueces inauditos; pero es que hay que tirarle presas a los buitres. Hay que alimentar el afán de esos perdedores de hoy para demostrar que las instituciones colombianas no son válidas, que el ejército es un trompa de bandidos que asesina sindicalistas. Nada de eso es verdad. Colombia ha sido una víctima del narcotráfico, que llegó a tener más de la mitad de la nación con un disfraz en unas guerrillas que siguen tratando de recitar El Capital de Marx, aunque no sepan ni leer ni escribir. Es violencia por violencia, terror por el terror que se extiende como una mancha de aceite por el mundo.
Muchas gracias.

Wednesday, November 14, 2007

LA CARTA DE JAMAICA

por Simón Bolívar

Muy señor mío:


Me apresuro a contestar la carta de 29 del mes pasado que usted me hizo el honor de dirigirme, y yo recibí con la mayor satisfacción.

Sensible como debo, al interés que usted ha querido tomar por la suerte de mi patria, afligiéndose con ella por los tormentos que padece, desde su descubrimiento hasta estos últimos períodos, por parte de sus destructores los españoles, no siento menos el comprometimiento en que me ponen las solícitas demandas que usted me hace, sobre los objetos más importantes de la política americana. Así, me encuentro en un conflicto, entre el deseo de corresponder a la confianza con que usted me favorece, y el impedimento de satisfacerle, tanto por la falta de documentos y de libros, cuanto por los limitados conocimientos que poseo de un país tan inmenso, variado y desconocido como el Nuevo Mundo.

En mi opinión es imposible responder a las preguntas con que usted me ha honrado. El mismo barón de Humboldt, con su universalidad de conocimientos teóricos y prácticos, apenas lo haría con exactitud, porque aunque una parte de la estadística y revolución de América es conocida, me atrevo a asegurar que la mayor está cubierta de tinieblas y, por consecuencia, sólo se pueden ofrecer conjeturas más o menos aproximadas, sobre todo en lo relativo a la suerte futura, y a los verdaderos proyectos de los americanos; pues cuantas combinaciones suministra la historia de las naciones, de otras tantas es susceptible la nuestra por sus posiciones físicas, por las vicisitudes de la guerra, y por los cálculos de la política.

Como me conceptúo obligado a prestar atención a la apreciable carta de usted, no menos que a sus filantrópicas miras, me animo a dirigir estas líneas, en las cuales ciertamente no hallará usted las ideas luminosas que desea, mas sí las ingenuas expresiones de mis pensamientos.

Tres siglos ha —dice usted— que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el grande hemisferio de Colón». Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades. El filantrópico obispo de Chiapa, el apóstol de la América, Las Casas, ha dejado a la posteridad una breve relación de ellas, extractada de las sumarias que siguieron en Sevilla a los conquistadores, con el testimonio de cuantas personas respetables había entonces en el Nuevo Mundo, y con los procesos mismos que los tiranos se hicieron entre sí: como consta por los más sublimes historiadores de aquel tiempo. Todos los imparciales han hecho justicia al celo, verdad y virtudes de aquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y firmeza denunció ante su gobierno y contemporáneos los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario.

Con cuánta emoción de gratitud leo el pasaje de la carta de usted en que me dice; que espera que los sucesos que siguieron entonces a las armas españolas, acompañen ahora a las de sus contrarios, los muy oprimidos americanos meridionales». Yo tomo esta esperanza por una predicción, si la justicia decide las contiendas de los hombres. El suceso coronará nuestros esfuerzos; porque el destino de América se ha fijado irrevocablemente: el lazo que la unía a España está cortado: la opinión era toda su fuerza; por ella se estrechaban mutuamente las partes de aquella inmensa monarquía; lo que antes las enlazaba ya las divide; más grande es el odio que nos ha inspirado la Península que el mar que nos separa de ella; menos difícil es unir los dos continentes, que reconciliar los espíritus de ambos países. El hábito a la obediencia; un comercio de intereses, de luces, de religión; una recíproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos venía de España. De aquí nacía un principio de adhesión que parecía eterno; no obstante que la conducta de nuestros dominadores relajaba esta simpatía; o, por mejor decir, este apego forzado por el imperio de la dominación. Al presente sucede lo contrario; la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos: todo lo sufrimos de esa desnaturalizada madrastra. El velo se ha rasgado y hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas: se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, América combate con despecho; y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria.

Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados, no debemos desconfiar de la fortuna. En unas partes triunfan los independientes, mientras que los tiranos en lugares diferentes, obtienen sus ventajas, y ¿cuál es el resultado final? ¿No está el Nuevo Mundo entero, conmovido y armado para su defensa? Echemos una ojeada y observaremos una lucha simultánea en la misma extensión de este hemisferio.

El belicoso estado de las provincias del Río de la Plata ha purgado su territorio y conducido sus armas vencedoras al Alto Perú, conmoviendo a Arequipa, e inquietado a los realistas de Lima. Cerca de un millón de habitantes disfruta allí de su libertad.

El reino de Chile, poblado de ochocientas mil almas, está lidian do contra sus enemigos que pretenden dominarlo; pero en vano, porque los que antes pusieron un término a sus conquistas, los indómitos y libres araucanos, son sus vecinos y compatriotas; y su ejemplo sublime es suficiente para probarles, que el pueblo que ama su independencia, por fin la logra.

El virreinato del Perú, cuya población asciende a millón y medio de habitantes, es, sin duda, el más sumiso y al que más sacrificios se le han arrancado para la causa del rey, y bien que sean vanas las relaciones concernientes a aquella porción de América, es indubitable que ni está tranquila, ni es capaz de oponerse al torrente que amenaza a las más de sus provincias.

La Nueva Granada que es, por decirlo así, el corazón de la América, obedece a un gobierno general, exceptuando el reino de Quito que con la mayor dificultad contienen sus enemigos, por ser fuertemente adicto a la causa de su patria; y las provincias de Panamá y Santa Marta que sufren, no sin dolor, la tiranía de sus señores. Dos millones y medio de habitantes están esparcidos en aquel territorio que actualmente defienden contra el ejército español bajo el general Morillo, que es verosímil sucumba delante de la inexpugnable plaza de Cartagena. Mas si la tomare será a costa de grandes pérdidas, y desde luego carecerá de fuerzas bastantes para subyugar a los morigeros y bravos moradores del interior.

En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela sus acontecimientos han sido tan rápidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una absoluta indigencia a una soledad espantosa; no obstante que era uno de los más bellos países de cuantos hacían el orgullo de América. Sus tiranos gobiernan un desierto, y sólo oprimen a tristes restos que, escapados de la muerte, alimentan una precaria existencia; algunas mujeres, niños y ancianos son los que quedan. Los más de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven, combaten con furor, en los campos y en los pueblos internos hasta expirar o arrojar al mar a los que insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la América a su raza primitiva. Cerca de un millón de habitantes se contaba en Venezuela y sin exageración se puede conjeturar que una cuarta parte ha sido sacrificada por la tierra, la espada, el hambre, la peste, las peregrinaciones; excepto el terremoto, todos resultados de la guerra.

En Nueva España había en 1808, según nos refiere el barón de Humboldt, siete millones ochocientas mil almas con inclusión de Guatemala. Desde aquella época, la insurrección que ha agitado a casi todas sus provincias, ha hecho disminuir sensiblemente aquel cómputo que parece exacto; pues más de un millón de hombres han perecido, como lo podrá usted ver en la exposición de Mr. Walton que describe con fidelidad los sanguinarios crímenes cometidos en aquel opulento imperio. Allí la lucha se mantiene a fuerza de sacrificios humanos y de todas especies, pues nada ahorran los españoles con tal que logren someter a los que han tenido la desgracia de nacer en este suelo, que parece destinado a empaparse con la sangre de sus hijos. A pesar de todo, los mejicanos serán libres, porque han abrazado el partido de la patria, con la resolución de vengar a sus pasados, o seguirlos al sepulcro. Ya ellos dicen con Reynal: llegó el tiempo en fin, de pagar a los españoles suplicios con suplicios y de ahogar a esa raza de exterminadores en su sangre o en el mar.

Las islas de Puerto Rico y Cuba, que entre ambas pueden formar una población de setecientas a ochocientas mil almas, son las que más tranquilamente poseen los españoles, porque están fuera del contacto de los independientes. Más ¿no son americanos estos insulares? ¿No son vejados? ¿No desearán su bienestar?

Este cuadro representa una escala militar de dos mil leguas de longitud y novecientas de latitud en su mayor extensión en que dieciséis millones de americanos defienden sus derechos, o están comprimidos por la nación española que aunque fue en algún tiempo el más vasto imperio del mundo, sus restos son ahora impotentes para dominar el nuevo hemisferio y hasta para mantenerse en el antiguo. ¿Y~~ y amante de la libertad permite que una vieja serpiente por sólo satisfacer su saña envenenada, devore la más bella parte de nuestro globo? ¡Qué! ¿Está Europa sorda al clamor de su propio interés? ¿No tiene ya ojos para ver la justicia? ¿Tanto se ha endurecido para ser de este modo insensible? Estas cuestiones cuanto más las medito, más me confunden; llego a pensar que se aspira a que desaparezca la América, pero es imposible porque toda Europa no es España. ¡Qué demencia la de nuestra enemiga, pretender reconquistar América, sin marina, sin tesoros y casi sin soldados! Pues los que tiene, apenas son bastantes para retener a su propio pueblo en una violenta obediencia, y defenderse de sus vecinos. Por otra parte, ¿podrá esta nación hacer el comercio exclusivo de la mitad del mundo sin manufacturas?. ¿Sin producciones territoriales, sin artes, sin ciencias, sin política? Lograda que fuese esta loca empresa, y suponiendo más, aun lograda la pacificación, los hijos de los actuales americanos únicos con los de los europeos reconquistadores, ¿no volverían a formar dentro de veinte años los mismos patrióticos designios que ahora se están combatiendo?

Europa haría un bien a España en disuadirla de su obstinada temeridad, porque a lo menos le ahorrará los gastos que expende, y la sangre que derrama; a fin de que fijando su atención en sus propios recintos, fundase su prosperidad y poder sobre bases más sólidas que las de inciertas conquistas, un comercio precario y exacciones violentas en pueblos remotos, enemigos y poderosos. Europa misma por miras de sana política debería haber preparado y ejecutado el proyecto de la independencia americana, no sólo porque el equilibrio del mundo así lo exige, sino porque éste es el medio legítimo y seguro de adquirirse establecimientos ultramarinos de comercio. Europa que no se halla agitada por las violentas pasiones de la venganza, ambición y codicia, como España, parece que estaba autorizada por todas las leyes de la equidad a ilustrarla sobre sus bien entendidos intereses.

Cuantos escritores han tratado la materia se acordaban en esta parte. En consecuencia, nosotros esperábamos con razón que todas las naciones cultas se apresurarían a auxiliarnos, para que adquiriésemos un bien cuyas ventajas son recíprocas a entrambos hemisferios. Sin embargo, ¡cuán frustradas esperanzas! No sólo los europeos. Pero hasta nuestros hermanos del Norte se han mantenido inmóviles espectadores de esta contienda, que por su esencia es la más justa, y por sus resultados la más bella e importante de cuantas se han suscitado en los siglos antiguos y modernos, ¿porque hasta dónde se puede calcular la trascendencia de la libertad en el hemisferio de Colón?

La felonía con que Bonaparte —dice usted— prendió a Carlos IV y a Fernando VII, reyes de esta nación, que tres siglos la aprisionó con traición a dos monarcas de la América meridional, es un acto manifiesto de retribución divina y, al mismo tiempo, una prueba de que Dios sostiene la justa causa de los americanos, y les concederá su independencia».

Parece que usted quiere aludir al monarca de Méjico Moctezuma, preso por Cortés y muerto, según Herrera, por el mismo, aunque Solís dice que por el pueblo, y a Atahualpa, inca del Perú, destruido por Francisco Pizarro y Diego Almagro. Existe tal diferencia entre la suerte de los reyes españoles y los reyes americanos, que no admiten comparación; los primeros son tratados con dignidad, conservados, y al fin recobran su libertad y trono; mientras que los últimos sufren tormentos inauditos y los vilipendios más vergonzosos. Si a Guatimozín sucesor de Moctezuma, se le trata como emperador, y le ponen la corona, fue por irrisión y no por respeto, para que experimentase este escarnio antes que las torturas. Iguales a la suerte de este monarca fueron las del rey de Michoacán, Catzontzin; el Zipa de Bogotá, y cuantos Toquis, Imas, Zipas, Ulmenes, Caciques y demás dignidades indianas sucumbieron al poder español. El suceso de Fernando VII es más semejante al que tuvo lugar en Chile en 1535 con el Ulmén de Copiapó, entonces reinante en aquella comarca. El español Almagro pretextó, como Bonaparte, tomar partido por la causa del legítimo soberano y, en consecuencia, llama al usurpador, como Fernando lo era en España; aparenta restituir al legítimo a sus estados y termina por encadenar X echar a las llamas al infeliz Ulmén, sin querer ni aún oír su defensa. Este es el ejemplo de Fernando VII con su usurpador; los reyes europeos sólo padecen destierros, el Ulmén de Chile termina su vida de un modo atroz.

Después de algunos meses —añade usted— he hecho muchas reflexiones sobre la situación de los americanos y sus esperanzas futuras; tomo grande interés en sus sucesos; pero me faltan muchos informes relativos a su estado actual y a lo que ellos aspiran; deseo infinitamente saber la política de cada provincia como también su población; si desean repúblicas o monarquías, si formarán una gran república o una gran monarquía. Toda noticia de esta especie que usted pueda darme o indicarme las fuentes a que debo ocurrir, la estimaré como un favor muy particular».

Siempre las almas generosas se interesan en la suerte de un pueblo que se esmera por recobrar los derechos con que el Creador y la naturaleza le han dotado; y es necesario estar bien fascinado por el error o por las pasiones para no abrigar esta noble sensación; usted ha pensado en mi país, y se interesa por él, este acto de benevolencia me inspira el más vivo reconocimiento.

He dicho la población que se calcula por datos más o menos exactos, que mil circunstancias hacen fallidos, sin que sea fácil remediar esta inexactitud, porque los más de los moradores tienen habitaciones campestres, y muchas veces errantes; siendo labradores, pastores, nómadas, perdidos en medio de espesos e inmensos bosques, llanuras solitarias, y aislados entre lagos y ríos caudalosos. ¿Quién será capaz de formar una estadística completa de semejantes comarcas? Además, los tributos que pagan los indígenas; las penalidades de los esclavos; las primicias, diezmos y derechos que pesan sobre los labradores, y otros accidentes alejan de sus hogares a los pobres americanos. Esto sin hacer mención de la guerra de exterminio que ya ha segado cerca de un octavo de la población, y ha ahuyentado una gran parte; pues entonces las dificultades son insuperables y el empadronamiento vendrá a reducirse a la mitad del verdadero censo.

Todavía es más difícil presentir la suerte futura del Nuevo Mundo, establecer principios sobre su política, y casi profetizar la naturaleza del gobierno que llegará a adoptar. Toda idea relativa al porvenir de este país me parece aventurada. ¿Se puede prever cuando el género humano se hallaba en su infancia rodeado de tanta incertidumbre, ignorancia y error, cuál seria el régimen que abrazaría para su conservación? ¿Quién se habría atrevido a decir tal nación será república o monarquía, ésta será pequeña, aquélla grande? En mi concepto, esta es la imagen de nuestra situación. Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares; nuevos en casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo viejos en los usos de la sociedad civil. Yo considero el estado actual de América, como cuando desplomado el imperio romano cada desmembración formó un sistema político, conforme a sus intereses y situación, o siguiendo la ambición particular de algunos jefes, familias o corporaciones, con esta notable diferencia, que aquellos miembros dispersos volvían a restablecer sus antiguas naciones con las alteraciones que exigían las cosas o los sucesos; mas nosotros, que apenas conservamos vestigios de lo que en otro tiempo fue, y que por otra parte no somos indios, ni europeos, sino una especie mezcla entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles; en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento, y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar a éstos a los del país, y que mantenernos en él contra la invasión de los invasores; así nos hallemos en el caso más extraordinario y complicado. No obstante que es una especie de adivinación indicar cuál será el resultado de la línea de política que América siga, me atrevo aventurar algunas conjeturas que, desde luego, caracterizo de arbitrarias, dictadas por un deseo racional, y no por un raciocinio probable.

La posición de los moradores del hemisferio americano, ha sido por siglos puramente pasiva; su existencia política era nula. Nosotros estábamos en un grado todavía más abajo de la servidumbre y, por lo mismo, con más dificultad para elevarnos al goce de la libertad. Permítame usted estas consideraciones para elevar la cuestión. Los Estados son esclavos por la naturaleza de su constitución o por el abuso de ella; luego un pueblo es esclavo, cuando el gobierno por su esencia o por sus vicios, holla y usurpa los derechos del ciudadano o súbdito. Aplicando estos principios, hallaremos que América no solamente estaba privada de su libertad, sino también de la tiranía activa y dominante. Me explicaré. En las administraciones absolutas no se reconocen límites en el ejercicio de las facultades gubernativas: la voluntad del gran sultán, Kan, Bey y demás soberanos despóticos, es la ley suprema, y ésta, es casi arbitrariamente ejecutada por los bajáes, kanes y sátrapas subalternos de Turquía y Persia, que tienen organizada una opresión de que participan los súbditos en razón de la autoridad que se les confía. A ellos está encargada la administración civil, militar, política, de rentas, y la religión. Pero al fin son persas los jefes de Ispahán, son turcos los visires del gran señor, son tártaros los sultanes de la Tartaria. China no envía a buscar mandarines, militares y letrados al país de Gengis Kan que la conquistó, a pesar de que los actuales chinos son descendientes directos de los subyugados por los ascendientes de los presentes tártaros.

¡Cuán diferente entre nosotros! Se nos vejaba con una conducta que, además de privarnos de los derechos que nos correspondían, nos dejaba en una especie de infancia permanente, con respecto a las transacciones públicas. Si hubiésemos siquiera manejado nuestros asuntos domésticos en nuestra administración interior, conoceríamos el curso de los negocios públicos y su mecanismo, moraríamos también de la consideración personal que impone a los ojos del pueblo cierto respeto maquinal que es tan necesario conservar en las revoluciones. He aquí por qué he dicho que estábamos privados hasta de la tiranía activa, pues que no nos está permitido ejercer sus funciones.

Los americanos en el sistema español que está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo y, cuando más, el de simples consumidores; y aun esta parte coartada con restricciones chocantes; tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las producciones que el rey monopoliza, el impedimento de las fábricas que la misma Península no posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos de primera necesidad; las trabas entre provincias y provincias americanas para que no se traten, entiendan, ni negocien; en fin, ¿quiere usted saber cuál era nuestro destino? Los campos para cultivar el añil, la grana, el café, la caña, el cacao y el algodón; las llanuras solitarias para criar ganados, los desiertos para cazar las bestias feroces, las entrañas de la tierra para excavar el oro que no puede saciar a esa nación avarienta.

Tan negativo era nuestro estado que no encuentro semejante en ninguna otra asociación civilizada, por más que recorro la serie de las edades y la política de todas las naciones. Pretender que un país tan felizmente constituido, extenso, rico y populoso sea meramente pasivo, ¿no es un ultraje y una violación de los derechos de la humanidad?

Estábamos, como acabo de exponer, abstraídos y, digámoslo así, ausentes del universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administración del Estado. Jamás éramos virreyes ni gobernadores sino por causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos pocas veces; diplomáticos nunca; militares sólo en calidad de subalternos; nobles, sin privilegios reales; no éramos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun comerciantes; todo en contravención directa de nuestras instituciones.

El emperador Carlos V formó un pacto con los descubridores, conquistadores y pobladores de América que, como dice Guerra, es nuestro contrato social. Los reyes de España convinieron solemnemente con ellos que lo ejecutasen por su cuenta y riesgo, prohibiéndoles hacerlo a costa de la real hacienda, y por esta razón se les concedía que fuesen señores de la tierra, que organizasen la administración y ejerciesen la judicatura en apelación; con otras muchas exenciones y privilegios que sería prolijo detallar. El rey se comprometió a no enajenar jamás las provincias americanas, como que a él no tocaba otra jurisdicción que la del alto dominio, siendo una especie de propiedad feudal la que allí tenían los conquistadores para sí y sus descendientes. Al mismo tiempo existen leyes expresas que favorecen casi exclusivamente a los naturales del país, originarios de España, en cuanto a los empleos civiles, eclesiásticos y de rentas. Por manera que con una violación manifiesta de las leyes y de los pactos subsistentes, se han visto despojar aquellos naturales de la autoridad constitucional que les daba su código.

De cuanto he referido, será fácil colegir que América no estaba preparada, para desprenderse de la metrópoli, como súbitamente sucedió por el efecto de las ilegítimas cesiones de Bayona, y por la inicua guerra que la regencia nos declaró sin derecho alguno para ello no sólo por la falta de justicia, sino también de legitimidad. Sobre la naturaleza de los gobiernos españoles, sus decretos conminatorios y hostiles, y el curso entero de su desesperada conducta, hay escritos del mayor mérito en el periódico El Español, cuyo autor es el señor Blanco; y estando allí esta parte de nuestra historia muy bien tratada, me limito a indicarlo.

Los americanos han subido de repente y sin los conocimientos previos y, lo que es más sensible, sin la práctica de los negocios públicos a representar en la escena del mundo las eminentes dignidades de legisladores, magistrados, administradores del erario, diplomáticos, generales, y cuantas autoridades supremas y subalternas forman la jerarquía de un Estado organizado con regularidad.

Cuando las águilas francesas sólo respetaron los muros de la ciudad de Cádiz, y con su vuelo arrollaron a los frágiles gobiernos de la Península, entonces quedamos en la orfandad. Ya antes habíamos sido entregados a la merced de un usurpador extranjero. Después, lisonjeados con la justicia que se nos debía, con esperanzas halagüeñas siempre burladas; por último, incierto sobre nuestro destino futuro, y amenazados por la anarquía, a causa de la falta de un gobierno legítimo, justo y liberal, nos precipitamos en el caos de la revolución. En el primer momento sólo se cuidó de proveer a la seguridad interior, contra los enemigos que encerraba nuestro seno. Luego se extendió a la seguridad exterior; se establecieron autoridades que sustituimos a las que acabábamos de deponer encargadas de dirigir el curso de nuestra revolución y de aprovechar la coyuntura feliz en que nos fuese posible fundar un gobierno constitucional digno del presente siglo y adecuado a nuestra situación.

Todos los nuevos gobiernos marcaron sus primeros pasos con el establecimiento de juntas populares. Estas formaron en seguida reglamentos para la convocación de congresos que produjeron alteraciones importantes. Venezuela erigió un gobierno democrático y federal, declarando previamente los derechos del hombre, manteniendo el equilibrio de los poderes y estatuyendo leyes generales en favor de la libertad civil, de imprenta y otras; finalmente, se constituyó un gobierno independiente. La Nueva Granada siguió con uniformidad los establecimientos políticos y cuantas reformas hizo Venezuela, poniendo por base fundamental de su Constitución el sistema federal más exagerado que jamás existió; recientemente se ha mejorado con respecto al poder ejecutivo general, que ha obtenido cuantas atribuciones le corresponden. Según entiendo, Buenos Aires y Chile han seguido esta misma línea de operaciones; pero como nos hallamos a tanta distancia, los documentos son tan raros, y las noticias tan inexactas, no me animaré ni aun a bosquejar el cuadro de sus transacciones.

Los sucesos de México han sido demasiado varios, complicados, rápidos y desgraciados para que se puedan seguir en el curso de la revolución. Carecemos, además, de documentos bastante instructivos, que nos hagan capaces de juzgarlos. Los independientes de México, por lo que sabemos, dieron principio a su insurrección en septiembre de 1810, y un año después, ya tenían centralizado su gobierno en Zitácuaro, instalado allí una junta nacional bajo los auspicios de Fernando VII, en cuyo nombre se ejercían las funciones gubernativas. Por los acontecimientos de la guerra, esta junta se trasladó a diferentes lugares, y es verosímil que se haya conservado hasta estos últimos momentos, con las modificaciones que los sucesos hayan exigido. Se dice que ha creado un generalísimo o dictador que lo es el ilustre general Morelos; otros hablan del célebre general Rayón; lo cierto es que uno de estos dos grandes hombres o ambos separadamente ejercen la autoridad suprema en aquel país; y recientemente ha aparecido una constitución para el régimen del Estado. En marzo de 1812 el gobierno residente en Zultepec, presentó un plan de paz y guerra al virrey de México concebido con la más profunda sabiduría. En él se reclamó el derecho de gentes estableciendo principios de una exactitud incontestable. Propuso la junta que la guerra se hiciese como entre hermanos y conciudadanos; pues que no debía ser más cruel que entre naciones extranjeras; que los derechos de gentes y de guerra, inviolables para los mismos infieles y bárbaros, debían serlo más para cristianos, sujetos a un soberano y a unas mismas leyes; que los prisioneros no fuesen tratados como reos de lesa majestad, ni se degollasen los que rendían las armas, sino que se mantuviesen en rehenes para canjearlos; que no se entrase a sangre y fuego en las poblaciones pacíficas, no las diezmasen ni quitasen para sacrificarlas y, concluye, que en caso de no admitirse este plan, se observarían rigurosamente las represalias. Esta negociación se trató con el más alto desprecio; no se dio respuesta a la junta nacional; las comunicaciones originales se quemaron públicamente en la plaza de México, por mano del verdugo; y la guerra de exterminio continuó por parte de los españoles con su furor acostumbrado, mientras que los mexicanos y las otras naciones americanas no la hacían, ni aun a muerte con los prisioneros de guerra que fuesen españoles. Aquí se observa que por causas de conveniencia se conservó la apariencia de sumisión al rey y aun a la constitución de la monarquía. Parece que la junta nacional es absoluta en el ejercicio de las funciones legislativa, ejecutiva y judicial, y el número de sus miembros muy limitado.

Los acontecimientos de la tierra firme nos han probado que las instituciones perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y luces actuales. En Caracas el espíritu de partido tomó su origen en las sociedades, asambleas y elecciones populares; y estos partidos nos tornaron a la esclavitud. Y así como Venezuela ha sido la república americana que más se ha adelantado en sus instituciones políticas, también ha sido el más claro ejemplo de la ineficacia de la forma demócrata y federal para nuestros nacientes Estados. En Nueva Granada las excesivas facultades de los gobiernos provinciales y la falta de centralización en el general han conducido aquel precioso país al estado a que se ve reducido en el día. Por esta razón sus débiles enemigos se han conservado contra todas las probabilidades. En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y las virtudes políticas que distinguen a nuestros hermanos del Norte, los sistemas enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo mucho que vengan a ser nuestra ruina. Desgraciadamente, estas cualidades parecen estar muy distantes de nosotros en el grado que se requiere; y por el contrario, estamos dominados de los vicios que se contraen bajo la dirección de una nación como la española que sólo ha sobresal ido en fiereza, ambición, venganza y codicia.

Es más difícil, dice Montesquieu, sacar un pueblo de la servidumbre, que subyugar uno libre. Esta verdad está comprobada por los anales de todos los tiempos, que nos muestran las más de las naciones libres, sometidas al yugo, y muy pocas de las esclavas recobrar su libertad. A pesar de este convencimiento, los meridionales de este continente han manifestado el conato de conseguir instituciones liberales, y aun perfectas; sin duda, por efecto del instinto que tienen todos los hombres de aspirar a su mejor felicidad posible; la que se alcanza infaliblemente en las sociedades civiles, cuando ellas están fundadas sobre las bases de la justicia, de la libertad y de la igualdad. Pero ¿seremos nosotros capaces de mantener en su verdadero equilibrio la difícil carga de una República? ¿Se puede concebir que un pueblo recientemente desencadenado, se lance a la esfera de la libertad, sin que, como a Ícaro, se le deshagan las alas, y recaiga en el abismo? Tal prodigio es inconcebible, nunca visto. Por consiguiente, no hay un raciocinio verosímil, que nos halague con esta esperanza. Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Aunque aspiro a la perfección del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran república; como es imposible, no me atrevo a desearlo; y menos deseo aún una monarquía universal de América, porque este proyecto sin ser útil, es también imposible. Los abusos que actualmente existen no se reformarían, y nuestra regeneración sería infructuosa. Los Estados americanos han menester de los cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del despotismo y la guerra. La metrópoli, por ejemplo, sería México, que es la única que puede serlo por su poder intrínseco, sin el cual no hay metrópoli. Supongamos que fuese el istmo de Panamá punto céntrico para todos los extremos de este vasto continente, ¿no continuarían éstos en la languidez, y aún en el desorden actual? Para que un solo gobierno dé vida, anime, ponga en acción todos los resortes de la prosperidad pública, corrija, ilustre y perfeccione al Nuevo Mundo sería necesario que tuviese las facultades de un Dios y, cuando menos, las luces y virtudes de todos los hombres.

El espíritu de partido que al presente agita a nuestros Estados, se encendería entonces con mayor encono, hallándose ausente la fuente del poder, que únicamente puede reprimirlo. Además, los magnates de las capitales no sufrirían la preponderancia de los metropolitanos, a quienes considerarían como a otros tantos tiranos; sus celos llegarían hasta el punto de comparar a éstos con los odiosos españoles. En fin, una monarquía semejante sería un coloso deforme, que su propio peso desplomaría a la menor convulsión.

Mr. de Pradt ha dividido sabiamente a la América en quince o diecisiete Estados independientes entre sí, gobernados por otros tantos monarcas. Estoy de acuerdo en cuanto a lo primero, pues la América comporta la creación de diecisiete naciones; en cuanto a lo segundo, aunque es más fácil conseguirla, es menos útil; y así no soy de la opinión de las monarquías americanas. He aquí mis razones. El interés bien entendido de una república se circunscribe en la esfera de su conservación, prosperidad y gloria. No ejerciendo la libertad imperio, porque es precisamente su opuesto, ningún estímulo excita a los republicanos a extender los términos de su nación, en detrimento de sus propios medios, con el único objeto de hacer participar a sus vecinos de una Constitución liberal. Ningún derecho adquieren, ninguna ventaja sacan venciéndolos, a menos que los reduzcan a colonias, conquistas o aliados, siguiendo el ejemplo de Roma. Máximas y ejemplos tales están en oposición directa con los principios de justicia de los sistemas republicanos, y aún diré más, en oposición manifiesta con los intereses de sus ciudadanos; porque un Estado demasiado extenso en sí mismo o por sus dependencias, al cabo viene en decadencia, y convierte su forma libre en otra tiránica; relaja los principios que deben conservarla, y ocurre por último al despotismo. El distintivo de las pequeñas repúblicas es la permanencia; el de las grandes es vario, pero siempre se inclina al imperio. Casi todas las primeras han tenido una larga duración; de las segundas sólo Roma se mantuvo algunos siglos, pero fue porque era república la capital y no lo era el resto de sus dominios que se gobernaban por leyes e instituciones diferentes.

Muy contraria es la política de un rey, cuya inclinación constan te se dirige al aumento de sus posesiones, riquezas y facultades; con razón, porque su autoridad crece con estas adquisiciones, tanto con respecto a sus vecinos, como a sus propios vasallos que temen en él un poder tan formidable cuanto es su imperio que se conserva por medio de la guerra y de las conquistas. Por estas razones pienso que los americanos ansiosos de paz, ciencias, artes, comercio y agricultura, preferirían las repúblicas a los reinos, y me parece que estos deseos se conforman con las miras de Europa.

No convengo en el sistema federal entre los populares y representativos, por ser demasiado perfecto y exigir virtudes y talentos políticos muy superiores a los nuestros; por igual razón rehuso la monarquía mixta de aristocracia y democracia que tanta fortuna y esplendor ha procurado a Inglaterra. No siéndonos posible lograr entre las repúblicas y monarquías lo más perfecto y acabado, evitemos caer en anarquías demagógicas, o en tiranías monócratas. Busquemos un medio entre extremos opuestos que nos conducirán a los mismos escollos, a la infelicidad y al deshonor. Voy a arriesgar el resultado de mis cavilaciones sobre la suerte futura de América; no la mejor, sino la que sea más asequible.

Por la naturaleza de las localidades, riquezas, población y carácter de los mexicanos, imagino que intentarán al principio establecer una república representativa, en la cual tenga grandes atribuciones el poder Ejecutivo, concentrándolo en un individuo que, si desempeña sus funciones con acierto y justicia, casi naturalmente vendrá a conservar una autoridad vitalicia. Si su incapacidad o violenta administración excita una conmoción popular que triunfe, ese mismo poder ejecutivo quizás se difundirá en una asamblea. Si el partido preponderante es militar o aristocrático, exigirá probablemente una monarquía que al principio será limitada y constitucional, y después inevitablemente declinará en absoluta; pues debemos convenir en que nada hay más difícil en el orden político que la conservación de una monarquía mixta; y también es preciso convenir en que sólo un pueblo tan patriota como el inglés es capaz de contener la autoridad de un rey, y de sostener el espíritu de libertad bajo un cetro y una corona.

Los Estados del istmo de Panamá hasta Guatemala formarán quizás una asociación. Esta magnífica posición entre los dos grandes mares, podrá ser con el tiempo el emporio del universo. Sus canales acortarán las distancias del mundo: estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia; traerán a tan feliz región los tributos de las cuatro partes del globo. ¡Acaso sólo allí podrá fijarse algún día la capital de la tierra! Como pretendió Constantino que fuese Bizancio la del antiguo hemisferio.

Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en formar una república central, cuya capital sea Maracaibo o una nueva ciudad que con el nombre de Las Casas (en honor de este héroe de la filantropía), se funde entre los confines de ambos países, en el soberbio puerto de Bahía Honda. Esta posición aunque desconocida, es más ventajosa por todos respectos. Su acceso es fácil y su situación tan fuerte, que puede hacerse inexpugnable. Posee un clima puro y saludable, un territorio tan propio para la agricultura como para la cría de ganados, y una gran de abundancia de maderas de construcción. Los salvajes que la habitan serían civilizados, y nuestras posesiones se aumentarían con la adquisición de la Guajira. Esta nación se llamaría Colombia como tributo de justicia y gratitud al creador de nuestro hemisferio. Su gobierno podrá imitar al inglés; con la diferencia de que en lugar de un rey habrá un poder ejecutivo, electivo, cuando más vitalicio, y jamás hereditario si se quiere república, una cámara o senado legislativo hereditario, que en las tempestades políticas se interponga entre las olas populares y los rayos del gobierno, y un cuerpo legislativo de libre elección, sin otras restricciones que las de la Cámara Baja de Inglaterra. Esta constitución participaría de todas las formas y yo deseo que no participe de todos los vicios. Como esta es mi patria, tengo un derecho incontestable para desearla lo que en mi opinión es mejor. Es muy posible que la Nueva Granada no convenga en el reconocimiento de un gobierno central, porque es en extremo adicta a la federación; y entonces formará por sí sola un Estado que, si subsiste, podrá ser muy dichoso por sus grandes recursos de todos géneros.

Poco sabemos de las opiniones que prevalecen en Buenos Aires, Chile y el Perú; juzgando por lo que se trasluce y por las apariencias, en Buenos Aires habrá un gobierno central en que los militares se lleven la primacía por consecuencia de sus divisiones intestinas y guerras externas. Esta constitución degenerará necesariamente en una oligarquía, o una monocracia, con más o menos restricciones, y cuya denominación nadie puede adivinar. Sería doloroso que tal caso sucediese, porque aquellos habitantes son acreedores a la más espléndida gloria.

El reino de Chile está llamado por la naturaleza de su situación, por las costumbres inocentes y virtuosas de sus moradores, por el ejemplo de sus vecinos, los fieros republicanos del Arauco, a gozar de las bendiciones que derraman las justas y dulces leyes de una república. Si alguna permanece largo tiempo en América, me inclino a pensar que será la chilena. Jamás se ha extinguido allí el espíritu de libertad; los vicios de Europa y Asia llegarán tarde o nunca a corromper las costumbres de aquel extremo del universo. Su territorio es limitado; estará siempre fuera del contacto inficionado del resto de los hombres; no alterará sus leyes, usos y prácticas; preservará su uniformidad en opiniones políticas y religiosas; en una palabra, Chile puede ser libre.

El Perú, por el contrario, encierra dos elementos enemigos de todo régimen justo y liberal; oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad; se enfurece en los tumultos, o se humilla en las cadenas. Aunque estas reglas serían aplicables a toda la América, creo que con más justicia las merece Lima por los conceptos que he expuesto, y por la cooperación que ha prestado a sus señores contra sus propios hermanos los ilustres hijos de Quito, Chile y Buenos Aires. Es constante que el que aspira a obtener la libertad, a lo menos lo intenta. Supongo que en Lima no tolerarán los ricos la democracia, ni los esclavos y pardos libertos la aristocracia; los primeros preferirán la tiranía de uno solo, por no padecer las persecuciones tumultuarias, y por establecer un orden siquiera pacífico. Mucho hará si concibe recobrar su independencia.

De todo lo expuesto, podemos deducir estas consecuencias: las provincias americanas se hallan lidiando por emanciparse, al fin obtendrán el suceso; algunas se constituirán de un modo regular en repúblicas federales y centrales; se fundarán monarquías casi inevitablemente en las grandes secciones, y algunas serán tan infelices que devorarán sus elementos, ya en la actual, ya en las futuras revoluciones, que una gran monarquía no será fácil consolidar; una gran república imposible.

Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse; mas no es posible porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a la América. ¡Qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojala que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración, otra esperanza es infundada, semejante a la del abate St. Pierre que concibió el laudable delirio de reunir un Congreso europeo, para decidir de la suerte de los intereses de aquellas naciones.

Mutaciones importantes y felices, continuas pueden ser frecuentemente producidas por efectos individuales». Los americanos meridionales tienen una tradición que dice: que cuando Quetzalcoatl, el Hermes, o Buda de la América del Sur resignó su administración y los abandonó, les prometió que volvería después que los siglos designados hubiesen pasado, y que él restablecería su gobierno, y renovaría su felicidad. ¿Esta tradición, no opera y excita una convicción de que muy pronto debe volver? ¡Concibe usted cuál será el efecto que producirá, si un individuo apareciendo entre ellos demostrase los caracteres de Quetzalcoatl, el Buda de bosque, o Mercurio, del cual han hablado tanto las otras naciones! ¿No cree usted que esto inclinaría todas las partes? ¿No es la unión todo lo que se necesita para ponerlos en estado de expulsar a los españoles, sus tropas, y los partidarios de la corrompida España, para hacerlos capaces de establecer un imperio poderoso, con un gobierno libre y leyes benévolas?

Pienso como usted que causas individuales pueden producir resultados generales, sobre todo en las revoluciones. Pero no es el héroe, gran profeta, o dios del Anáhuac, Quetzalcoatl, el que es capaz de operar los prodigiosos beneficios que usted propone. Este personaje es apenas conocido del pueblo mexicano y no ventajosamente; porque tal es la suerte de los vencidos aunque sean dioses. Sólo los historiadores y literatos se han ocupado cuidadosamente en investigar su origen, verdadera o falsa misión, sus profecías y el término de su carrera. Se disputa si fue un apóstol de Cristo o bien pagano. Unos suponen que su nombre quiere decir Santo Tomás; otros que Culebra Emplumajada; y otros dicen que es el famoso profeta de Yucatán, Chilan-Cambal. En una palabra, los más de los autores mexicanos, polémicos e historiadores profanos, han tratado con más o menos extensión la cuestión sobre el verdadero carácter de Quetzalcoatl. El hecho es, según dice Acosta, que él establece una religión, cuyos ritos, dogmas y misterios tenían una admirable afinidad con la de Jesús, y que quizás es la más semejante a ella. No obstante esto, muchos escritores católicos han procurado alejar la idea de que este profeta fuese verdadero, sin querer reconocer en él a un Santo Tomás como lo afirman otros célebres autores. La opinión general es que Quetzalcoatl es un legislador divino entre los pueblos paganos de Anáhuac, del cual era lugarteniente el gran Moctezuma, derivando de él su autoridad. De aquí que se infiere que nuestros mexicanos no seguirían al gentil Quetzalcoatl, aunque apareciese bajo las formas más idénticas y favorables, pues que profesan una religión la más intolerante y exclusiva de las otras.

Felizmente los directores de la independencia de México se han aprovechado del fanatismo con el mejor acierto proclamando a la famosa Virgen de Guadalupe por reina de los patriotas, invocándola en todos los casos arduos y llevándola en sus banderas. Con esto, el entusiasmo político ha formado una mezcla con la religión que ha producido un fervor vehemente por la sagrada causa de la libertad. La veneración de esta imagen en México es superior a la más exaltada que pudiera inspirar el más diestro profeta.

Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades establecidas; los últimos son siempre menos numerosos aunque más vehementes e ilustrados. De este modo la masa física se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se prolonga, siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia.

Yo diré a usted lo que puede ponernos en aptitud de expulsar a los españoles, y de fundar un gobierno libre. Es la unión, ciertamente; mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos. América está encontrada entre sí, porque se halla abandonada de todas las naciones, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni auxilios militares y combatida por España que posee más elementos para la guerra, que cuantos furtivamente podemos adquirir.

Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el Estado es débil, y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan; las opiniones se dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las animan para triunfar por este fácil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de una nación liberal que nos preste su protección, se nos verá de acuerdo cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América meridional; entonces las ciencias y las artes que nacieron en el Oriente y han ilustrado a Europa, volarán a Colombia libre que las convidará con un asilo.

Tales son, señor, las observaciones y pensamientos que tengo el honor de someter a usted para que los rectifique o deseche según su mérito; suplicándole se persuada que me he atrevido a exponerlos, más por no ser descortés, que porque me crea capaz de ilustrar a usted en la materia.

Soy de usted, etc., etc.

Kingston, 6 de septiembre de 1815

Tuesday, October 30, 2007

SIGLOS DE PROHIBICIÓN DEL ARCO IRIS EN EL CIELO AMERICANO

Eduardo Galeano, Ser como ellos y otros artículos, Siglo Veintiuno Editores, México, 1992.

Enviado por la Hna Norma Inés Bernal, s.a
Secretaria EjecutivaComisión Justicia, Solidaridad y Paz CRC

El Descubrimiento: el 12 de octubre de 1492, América descubrió el capitalismo. Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe. En su diario del Descubrimiento, el almirante escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor. Él no podía cansar los ojos de ver tanta lindeza en aquellas playas, y el 27 de noviembre profetizó: Tendrá toda la cristiandad negocio en ellas. Y en eso no se equivocó. Colón creyó que Haití era Japón y que Cuba era China, y creyó que los habitantes de China y Japón eran indios de la India; pero en eso no se equivocó.

Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la población come salteado. Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser. Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso.

Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible. América, ciega de racismo, no las ve.

***

El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón escribió en su diario que él quería llevarse algunos indios a España para que aprendan a hablar ('que deprendan fablar'). Cinco siglos después, el 12 de octubre de 1989, en una corte de justicia de los Estados Unidos, un indio mixteco fue considerado retardado mental ('mentally retarded') porque no hablaba correctamente la lengua castellana. Ladislao Pastrana, mexicano de Oaxaca, bracero ilegal en los campos de California, iba a ser encerrado de por vida en un asilo público. Pastrana no se entendía con la intérprete española y el psicólogo diagnosticó un claro déficit intelectual. Finalmente, los antropólogos aclararon la situación: Pastrana se expresaba perfectamente en su lengua, la lengua mixteca, que hablan los indios herederos de una alta cultura que tiene más de dos mil años de antigüedad.

***

El Paraguay habla guaraní. Un caso único en la historia universal: la lengua de los indios, lengua de los vencidos, es el idioma nacional unánime. Y sin embargo, la mayoría de los paraguayos opina, según las encuestas, que quienes no entienden español son como animales.

De cada dos peruanos, uno es indio, y la Constitución de Perú dice que el quechua es un idioma tan oficial como el español. La Constitución lo dice, pero la realidad no lo oye. El Perú trata a los indios como África del Sur trata a los negros. El español es el único idioma que se enseña en las escuelas y el único que entienden los jueces y los policías y los funcionarios. (El español no es el único idioma de la televisión, porque la televisión también habla inglés.) Hace cinco años, los funcionarios del Registro Civil de las Personas, en la ciudad de Buenos Aires, se negaron a inscribir el nacimiento de un niño. Los padres, indígenas de la provincia de Jujuy, querían que su hijo se llamara Qori Wamancha, un nombre de su lengua. El Registro argentino no lo aceptó por ser nombre extranjero.

Los indios de las Américas viven exiliados en su propia tierra. El lenguaje no es una señal de identidad, sino una marca de maldición. No los distingue: los delata. Cuando un indio renuncia a su lengua, empieza a civilizarse. ¿Empieza a civilizarse o empieza a suicidarse?

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Cuando yo era niño, en las escuelas del Uruguay nos enseñaban que el país se había salvado del problema indígena gracias a los generales que en el siglo pasado exterminaron a los últimos charrúas.

El problema indígena: los primeros americanos, los verdaderos descubridores de América, son un problema. Y para que el problema deje de ser un problema, es preciso que los indios dejen de ser indios. Borrarlos del mapa o borrarles el alma, aniquilarlos o asimilarlos: el genocidio o el otrocidio.

En diciembre de 1976, el ministro del Interior del Brasil anunció, triunfal, que el problema indígena quedará completamente resuelto al final del siglo veinte: todos los indios estarán, para entonces, debidamente integrados a la sociedad brasileña, y ya no serán indios. El ministro explicó que el organismo oficialmente destinado a su protección (FUNAI, Fundacao Nacional do Indio) se encargará de civilizarlos, o sea: se encargará de desaparecerlos. Las balas, la dinamita, las ofrendas de comida envenenada, la contaminación de los ríos, la devastación de los bosques y la difusión de virus y bacterias desconocidos por los indios, han acompañado la invasión de la Amazonia por las empresas ansiosas de minerales y madera y todo lo demás. Pero la larga y feroz embestida no ha bastado. La domesticación de los indios sobrevivientes, que los rescata de la barbarie, es también un arma imprescindible para despejar de obstáculos el camino de la conquista.

***

Matar al indio y salvar al hombre, aconsejaba el piadoso coronel norteamericano Henry Pratt. Y muchos años después, el novelista peruano Mario Vargas Llosa explica que no hay más remedio que modernizar a los indios, aunque haya que sacrificar sus culturas, para salvarlos del hambre y la miseria.

La salvación condena a los indios a trabajar de sol a sol en minas y plantaciones, a cambio de jornales que no alcanzan para comprar una lata de comida para perros. Salvar a los indios también consiste en romper sus refugios comunitarios y arrojarlos a las canteras de mano de obra barata en la violenta intemperie de las ciudades, donde cambian de lengua y de nombre y de vestido y terminan siendo mendigos y borrachos y putas de burdel. O salvar a los indios consiste en ponerles uniforme y mandarlos, fusil al hombro, a matar a otros indios o a morir defendiendo al sistema que los niega. Al fin y al cabo, los indios son buena carne de cañón: de los 25 mil indios norteamericanos enviados a la segunda guerra mundial, murieron 10 mil.

El 16 de diciembre de 1492, Colón lo había anunciado en su diario: los indios sirven para les mandar y les hacer trabajar, sembrar y hacer todo lo que fuere menester y que hagan villas y se enseñen a andar vestidos y a nuestras costumbres. Secuestro de los brazos, robo del alma: para nombrar esta operación, en toda América se usa, desde los tiempos coloniales, el verbo reducir. El indio salvado es el indio reducido. Se reduce hasta desaparecer: vaciado de sí, es un no-indio, y es nadie.

***

El shamán de los indios chamacocos, de Paraguay, canta a las estrellas, a las arañas y a la loca Totila, que deambula por los bosques y llora. Y canta lo que le cuenta el Martín pescador:

-No sufras hambre, no sufras sed. Súbete a mis alas y comeremos peces del río y beberemos el viento.

Y canta lo que le cuenta la neblina:

-Vengo a cortar la helada, para que tu pueblo no sufra frío. Y canta lo que le cuentan los caballos del cielo:

-Ensíllanos y vamos en busca de la lluvia.

Pero los misioneros de una secta evangélica han obligado al chamán a dejar sus plumas y sus sonajas y sus cánticos, por ser cosas del Diablo; y él ya no puede curar las mordeduras de víboras, ni traer la lluvia en tiempos de sequía, ni volar sobre la tierra para cantar lo que ve. En una entrevista con Ticio Escobar, el shamán dice: Dejo de cantar y me enfermo. Mis sueños no saben adónde ir y me atormentan. Estoy viejo, estoy lastimado. Al final, ¿de qué me sirve renegar de lo mío?

El shamán lo dice en 1986. En 1614, el arzobispo de Lima había mandado quemar todas las quenas y demás instrumentos de música de los indios, y había prohibido todas sus danzas y cantos y ceremonias para que el demonio no pueda continuar ejerciendo sus engaños. Y en 1625, el oidor de la Real Audiencia de Guatemala había prohibido las danzas y cantos y ceremonias de los indios, bajo pena de cien azotes, porque en ellas tienen pacto con los demonios.

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Para despojar a los indios de su libertad y de sus bienes, se despoja a los indios de sus símbolos de identidad. Se les prohíbe cantar y danzar y soñar a sus dioses, aunque ellos habían sido por sus dioses cantados y danzados y soñados en el lejano día de la Creación. Desde los frailes y funcionarios del reino colonial, hasta los misioneros de las sectas norteamericanas que hoy proliferan en América Latina, se crucifica a los indios en nombre de Cristo: para salvarlos del infierno, hay que evangelizar a los paganos idólatras. Se usa al Dios de los cristianos como coartada para el saqueo.

El arzobispo Desmond Tutu se refiere al África, pero también vale para América:

-Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: 'Cierren los ojos y recen'. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia.

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Los doctores del Estado moderno, en cambio, prefieren la coartada de la ilustración: para salvarlos de las tinieblas, hay que civilizar a los bárbaros ignorantes. Antes y ahora, el racismo convierte al despojo colonial en un acto de justicia. El colonizado es un sub-hombre, capaz de superstición pero incapaz de religión, capaz de folclore pero incapaz de cultura: el sub-hombre merece trato subhumano, y su escaso valor corresponde al bajo precio de los frutos de su trabajo. El racismo legitima la rapiña colonial y neocolonial, todo a lo largo de los siglos y de los diversos niveles de sus humillaciones sucesivas.

América Latina trata a sus indios como las grandes potencias tratan a América Latina.

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Gabriel René-Moreno fue el más prestigioso historiador boliviano del siglo pasado. Una de las universidades de Bolivia lleva su nombre en nuestros días. Este prócer de la cultura nacional creía que los indios son asnos, que generan mulos cuando se cruzan con la raza blanca. Él había pesado el cerebro indígena y el cerebro mestizo, que según su balanza pesaban entre cinco, siete y diez onzas menos que el cerebro de raza blanca, y por tanto los consideraba celularmente incapaces de concebir la libertad republicana.

El peruano Ricardo Palma, contemporáneo y colega de Gabriel René-Moreno, escribió que los indios son una raza abyecta y degenerada. Y el argentino Domingo Faustino Sarmiento elogiaba así la larga lucha de los indios araucanos por su libertad: Son más indómitos, lo que quiere decir: animales más reacios, menos aptos para la Civilización y la asimilación europea.

El más feroz racismo de la historia latinoamericana se encuentra en las palabras de los intelectuales más célebres y celebrados de fines del siglo diecinueve y en los actos de los políticos liberales que fundaron el Estado moderno. A veces, ellos eran indios de origen, como Porfirio Díaz, autor de la modernización capitalista de México, que prohibió a los indios caminar por las calles principales y sentarse en las plazas públicas si no cambiaban los calzones de algodón por el pantalón europeo y los huaraches por zapatos.

Eran los tiempos de la articulación al mercado mundial regido por el Imperio Británico, y el desprecio científico por los indios otorgaba impunidad al robo de sus tierras y de sus brazos.

El mercado exigía café, pongamos el caso, y el café exigía más tierras y más brazos. Entonces, pongamos por caso, el presidente liberal de Guatemala, Justo Rufino Barrios, hombre de progreso, restablecía el trabajo forzado de la época colonial y regalaba a sus amigos tierras de indios y peones indios en cantidad.

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El racismo se expresa con más ciega ferocidad en países como Guatemala, donde los indios siguen siendo porfiada mayoría a pesar de las frecuentes oleadas exterminadoras.

En nuestros días, no hay mano de obra peor pagada: los indios mayas reciben 65 centavos de dólar por cortar un quintal de café o de algodón o una tonelada de caña. Los indios no pueden ni plantar maíz sin permiso militar y no pueden moverse sin permiso de trabajo. El ejército organiza el reclutamiento masivo de brazos para las siembras y cosechas de exportación. En las plantaciones, se usan pesticidas cincuenta veces más tóxicos que el máximo tolerable; la leche de las madres es la más contaminada del mundo occidental. Rigoberta Menchú: su hermano menor, Felipe, y su mejor amiga, María, murieron en la infancia, por causa de los pesticidas rociados desde las avionetas. Felipe murió trabajando en el café. María, en el algodón. A machete y bala, el ejército acabó después con todo el resto de la familia de Rigoberta y con todos los demás miembros de su comunidad. Ella sobrevivió para contarlo.

Con alegre impunidad, se reconoce oficialmente que han sido borradas del mapa 440 aldeas indígenas entre 1981 y 1983, a lo largo de una campaña de aniquilación más extensa, que asesinó o desapareció a muchos miles de hombres y de mujeres. La limpieza de la sierra, plan de tierra arrasada, cobró también las vidas de una incontable cantidad de niños. Los militares guatemaltecos tienen la certeza de que el vicio de la rebelión se transmite por los genes.

Una raza inferior, condenada al vicio y a la holgazanería, incapaz de orden y progreso, ¿merece mejor suerte? La violencia institucional, el terrorismo de Estado, se ocupa de despejar las dudas. Los conquistadores ya no usan caparazones de hierro, sino que visten uniformes de la guerra de Vietnam. Y no tienen piel blanca: son mestizos avergonzados de su sangre o indios enrolados a la fuerza y obligados a cometer crímenes que los suicidan. Guatemala desprecia a los indios, Guatemala se autodesprecia.

Esta raza inferior había descubierto la cifra cero, mil años antes de que los matemáticos europeos supieran que existía. Y habían conocido la edad del universo, con asombrosa precisión, mil años antes que los astrónomos de nuestro tiempo.

Los mayas siguen siendo viajeros del tiempo: ¿Qué es un hombre en el camino? Tiempo.

Ellos ignoraban que el tiempo es dinero, como nos reveló Henry Ford. El tiempo, fundador del espacio, les parece sagrado, como sagrados son su hija, la tierra, y su hijo, el ser humano: como la tierra, como la gente, el tiempo no se puede comprar ni vender. La Civilización sigue haciendo lo posible por sacarlos del error.

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¿Civilización? La historia cambia según la voz que la cuenta. En América, en Europa o en cualquier otra parte. Lo que para los romanos fue la invasión de los bárbaros, para los alemanes fue la emigración al sur.

No es la voz de los indios la que ha contado, hasta ahora, la historia de América. En las vísperas de la conquista española, un profeta maya, que fue boca de los dioses, había anunciado: Al terminar la codicia, se desatará la cara, se desatarán las manos, se desatarán los pies del mundo. Y cuando se desate la boca, ¿qué dirá? ¿Qué dirá la otra voz, la jamás escuchada? Desde el punto de vista de los vencedores, que hasta ahora ha sido el punto de vista único, las costumbres de los indios han confirmado siempre su posesión demoníaca o su inferioridad biológica. Así fue desde los primeros tiempos de la vida colonial:

¿Se suicidan los indios de las islas del mar Caribe, por negarse al trabajo esclavo? Porque son holgazanes.

¿Andan desnudos, como si todo el cuerpo fuera cara? Porque los salvajes no tienen vergüenza.

¿Ignoran el derecho de propiedad, y comparten todo, y carecen de afán de riqueza? Porque son más parientes del mono que del hombre.

¿Se bañan con sospechosa frecuencia? Porque se parecen a los herejes de la secta de Mahoma, que bien arden en los fuegos de la Inquisición.

¿Jamás golpean a los niños, y los dejan andar libres? Porque son incapaces de castigo ni doctrina.

¿Creen en los sueños, y obedecen a sus voces? Por influencia de Satán o por pura estupidez.

¿Comen cuando tienen hambre, y no cuando es hora de comer? Porque son incapaces de dominar sus instintos.

¿Aman cuando sienten deseo? Porque el demonio los induce a repetir el pecado original.

¿Es libre la homosexualidad? ¿La virginidad no tiene importancia alguna? Porque viven en la antesala del infierno.

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En 1523, el cacique Nicaragua preguntó a los conquistadores:

-Y al rey de ustedes, ¿quién lo eligió?

El cacique había sido elegido por los ancianos de las comunidades. ¿Había sido el rey de Castilla elegido por los ancianos de sus comunidades? La América precolombina era vasta y diversa, y contenía modos de democracia que Europa no supo ver, y que el mundo ignora todavía. Reducir la realidad indígena americana al despotismo de los emperadores incas, o a las prácticas sanguinarias de la dinastía azteca, equivale a reducir la realidad de la Europa renacentista a la tiranía de sus monarcas o a las siniestras ceremonias de la Inquisición.

En la tradición guaraní, por ejemplo, los caciques se eligen en asambleas de hombres y mujeres -y las asambleas los destituyen si no cumplen el mandato colectivo. En la tradición iroquesa, hombres y mujeres gobiernan en pie de igualdad. Los jefes son hombres; pero son las mujeres quienes los ponen y deponen y ellas tienen poder de decisión, desde el Consejo de Matronas, sobre muchos asuntos fundamentales de la confederación entera. Allá por el año 1600, cuando los hombres iroqueses se lanzaron a guerrear por su cuenta, las mujeres hicieron huelga de amores. Y al poco tiempo los hombres, obligados a dormir solos, se sometieron al gobierno compartido.

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En 1919, el jefe militar de Panamá en las islas de San Blas, anunció su triunfo:

-Las indias kunas ya no vestirán molas, sino vestidos civilizados.

Y anunció que las indias nunca se pintarían la nariz sino las mejillas, como debe ser, y que nunca más llevarían aros en la nariz, sino en las orejas. Como debe ser.

Setenta años después de aquel canto de gallo, las indias kunas de nuestros días siguen luciendo sus aros de oro en la nariz pintada, y siguen vistiendo sus molas, hechas de muchas telas de colores que se cruzan con siempre asombrosa capacidad de imaginación y de belleza: visten sus molas en la vida y con ella se hunden en la tierra, cuando llega la muerte.

En 1989, en vísperas de la invasión norteamericana, el general Manuel Noriega aseguró que Panamá era un país respetuoso de los derechos humanos:

-No somos una tribu -aseguró el general.

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Las técnicas arcaicas, en manos de las comunidades, habían hecho fértiles los desiertos en la cordillera de los Andes. Las tecnologías modernas, en manos del latifundio privado de exportación, están convirtiendo en desiertos las tierras fértiles en los Andes y en todas partes.

Resultaría absurdo retroceder cinco siglos en las técnicas de producción; pero no menos absurdo es ignorar las catástrofes de un sistema que exprime a los hombre y arrasa los bosques y viola la tierra y envenena los ríos para arrancar la mayor ganancia en el plazo menos. ¿No es absurdo sacrificar a la naturaleza y a la gente en los altares del mercado internacional? En ese absurdo vivimos; y lo aceptamos como si fuera nuestro único destino posible.

Las llamadas culturas primitivas resultan todavía peligrosas porque no han perdido el sentido común. Sentido común es también, por extensión natural, sentido comunitarios. Si pertenece a todos el aire, ¿por qué ha de tener dueño la tierra? Si desde la tierra venimos, y hacia la tierra vamos, ¿acaso no nos mata cualquier crimen que contra la tierra se comete? La tierra es cuna y sepultura, madre y compañera. Se le ofrece el primer trago y el primer bocado; se le da descanso, se la protege de la erosión.

Es sistema desprecia lo que ignora, porque ignora lo que teme conocer. El racismo es también una máscara del miedo.

¿Qué sabemos de las culturas indígenas? Lo que nos han contado las películas del Fas West. Y de las culturas africanas, ¿qué sabemos? Lo que nos ha contado el profesor Tarzán, que nunca estuvo.

Dice un poeta del interior de Bahía: Primero me robaron del África. Después robaron el África de mi.

La memoria de América ha sido mutilada por el racismo. Seguimos actuando como si fuéramos hijos de Europa, y de nadie más.

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A fines del siglo pasado, un médico inglés, John Down, identificó el síndrome que hoy lleva su nombre. Él creyó que la alteración de los cromosomas implicaba un regreso a las razas inferiores, que generaba mongolian idiots, negroid idiots y aztec idiots.

Simultáneamente, un médico italiano, Cesare Lombrosos, atribuyó al criminal nato los rasgos físicos de los negros y de los indios.

Por entonces, cobró base científica la sospecha de que los indios y los negros son proclives, por naturaleza, al crimen y a la debilidad mental. Los indios y los negros, tradicionales instrumentos de trabajo, vienen siendo también desde entonces, objetos de ciencia.

En la misma época de Lombroso y Down, un médico brasileño, Raimundo Nina Rodrigues, se puso a estudiar el problema negro. Nina Rodrigues, que era mulato, llegó a la conclusión de que la mezcla de sangres perpetúa los caracteres de las razas inferiores, y que por tanto la raza negra en el Brasil ha de constituir siempre uno de los factores de nuestra inferioridad como pueblo. Este médico psiquiatra fue el primer investigador de la cultura brasileña de origen africano. La estudió como caso clínico: las religiones negras, como patología; los trances, como manifestaciones de histeria.

Poco después, un médico argentino, el socialista José Ingenieros, escribió que los negros, oprobiosa escoria de la raza humana, están más próximos de los monos antropoides que de los blancos civilizados. Y para demostrar su irremediable inferioridad, Ingenieros comprobaba: Los negros no tienen ideas religiosas.

En realidad, las ideas religiosas habían atravesado la mar, junto a los esclavos, en los navíos negreros. Una prueba de obstinación de la dignidad humana: a las costas americanas solamente llegaron los dioses del amor y de la guerra. En cambio, los dioses de la fecundidad, que hubieran multiplicado las cosechas y los esclavos del amo, se cayeron al agua.

Los dioses peleones y enamorados que completaron la travesía, tuvieron que disfrazarse de santos blancos, para sobrevivir y ayudar a sobrevivir a los millones de hombres y mujeres violentamente arrancados del África y vendidos como cosas. Ogum, dios del hierro, se hizo pasar por san Jorge o san Antonio o san Miguel, Shangó, con todos sus truenos y sus fuegos, se convirtió en santa Bárbara. Obatalá fue Jesucristo y Oshún, la divinidad de las aguas dulces, fue la Virgen de la Candelaria...

Dioses prohibidos. En las colonias españolas y portuguesas y en todas las demás: en las islas inglesas del Caribe, después de la abolición de la esclavitud se siguió prohibiendo tocar tambores o sonar vientos al modo africano, y se siguió penando con cárcel la simple tenencia de una imagen de cualquier dios africano. Dioses prohibidos, porque peligrosamente exaltan las pasiones humanas, y en ellas encarnan. Friedrich Nietzsche dijo una vez:

-Yo sólo podría creer en un dios que sepa danzar.

Como José Ingenieros, Nietzsche no conocía a los dioses africanos. Si los hubiera conocido, quizá hubiera creído en ellos. Y quizá hubiera cambiado algunas de sus ideas. José Ingenieros, quién sabe.

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La piel oscura delata incorregibles defectos de fábrica. Así, la tremenda desigualdad social, que es también racial, encuentra su coartada en las taras hereditarias.Lo había observado Humboldt hace doscientos años, y en toda América sigue siendo así: la pirámide de las clases sociales es oscura en la base y clara en la cúspide. En el Brasil, por ejemplo, la democracia racial consiste en que los más blancos están arriba y los más negros abajo. James Baldwin, sobre los negros en Estados Unidos:

-Cuando dejamos Mississipi y vinimos al Norte, no encontramos la libertad.

Encontramos los peores lugares en el mercado de trabajo; y en ellos estamos todavía.

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Un indio del Norte argentino, Asunción Ontíveros Yulquila, evoca hoy el trauma que marcó su infancia:

-Las personas buenas y lindas eran las que se parecían a Jesús y a la Virgen.

Pero mi padre y mi madre no se parecían para nada a las imágenes de Jesús y la Virgen María que yo veía en la iglesia de Abra Pampa.

La cara propia es un error de la naturaleza. La cultura propia, una prueba de ignorancia o una culpa que expiar. Civilizar es corregir.

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El fatalismo biológico, estigma de las razas inferiores congénitamente condenadas a la indolencia y a la violencia y a la miseria, no sólo nos impide ver las causas reales de nuestra desventura histórica. Además, el racismo nos impide conocer, o reconocer, ciertos valores fundamentales que las culturas despreciadas han podido milagrosamente perpetuar y que en ellas encarnan todavía, mal que bien, a pesar de los siglos de persecución, humillación y degradación. Esos valores fundamentales no son objetos de museo. Son factores de historia, imprescindibles para nuestra imprescindible invención de una América sin mandones ni mandados. Esos valores acusan al sistema que los niega.

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Hace algún tiempo, el sacerdote español Ignacio Ellacuría me dijo que le resultaba absurdo eso del Descubrimiento de América. El opresor es incapaz de descubrir, me dijo:

-Es el oprimido el que descubre al opresor.

Él creía que el opresor ni siquiera puede descubrirse a sí mismo. La verdadera realidad del opresor sólo se puede ver desde el oprimido.

Ignacio Ellacuría fue acribillado a balazos, por creer en esa imperdonable capacidad de revelación y por compartir los riesgos de la fe en su poder de profecía.

¿Lo asesinaron los militares de El Salvador, o lo asesinó un sistema que no puede tolerar la mirada que lo delata?